El “misterio de la Perouse” o el destino trágico de una expedición que quería emular a los británicos

Como si fuera un niño con zapatos nuevos, durante la cena que se ofreció en su honor en el Palacio de Windsor, aseguró a Isabel II que “para todos nosotros es como un sueño vivir en Windsor, y nosotros (Carla y él) podremos decir que estuvimos”.

Con esa misma mezcla de admiración y celos, Luis XVI no quiso consentir que las expediciones realizadas por James Cook por los océanos en nombre de Inglaterra ensombrecieran el blasón francés. En 1785 encargo al conde de La Pérouse que le quitara un poco de polvo con una ambiciosa expedición que debía explorar nuevas rutas marítimas en el Pacífico a bordo de La Boussole y L’Astrolabe.

Tres años después, la expedición naufragó frente a las Islas Salomón, dejando tras de sí gran cantidad de escritos sobre sus descubrimientos en América Latina, California, Alaska, Kamtchatka y China.

El destino de los marinos y científicos embarcados en las dos fragatas ha sido objeto de curiosidad durante más de dos siglos, y ahora, el Museo Nacional de la Marina ha organizado una exposición que permite descubrir su apasionante aventura.

El interés del rey por esta expedición era tal que anotó de puño y letra las instrucciones, uno de los pocos documentos autógrafos que dejó Luis XVI, y que se puede contemplar en la muestra, junto a los objetos que han revelado que algunos de aquellos hombres sobrevivieron. También es una oportunidad para “conocer” al Desconocido de La Boussole, un esqueleto perfectamente conservado y descubierto en 2003. La escultora en paleoantropología, Elisabeth Daynes, le ha dado un rostro.

Y aunque todavía no se ha podido romper el misterio de su desaparición, el Museo de la Marina ofrece una reconstitución filmada en tres dimensiones de lo que pudo ser el fin de las dos fragatas en una noche de tormenta.

 
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