El rey Midas

El deseo de poder y riqueza no es nuevo. En la historia del hombre podemos reconocer la codicia en todas sus versiones. Para ilustrar lo que digo, quisiera recordar la leyenda de Midas, rey de gran fortuna que gobernaba en el país de Frigia. Tenía todo lo que un rey podía desear. Aún repleto de riquezas, Midas pensaba que la mayor felicidad le era proporcionada por todo su oro.

Cierto día, el dios Dionisio le dijo que quería hacer realidad "cualquier deseo que tuviera, a lo que Midas respondió  "Deseo que todo lo que toque se convierta en oro". Dionisio frunció el entrecejo y contestó reacio: "Muy bien, a partir de mañana todo lo que toques se transformará en oro". Ansioso por comprobar lo que Dionisio le había prometido, Midas extendió sus manos tocando una infinidad de enseres que se transformaban en oro.

Ya sabemos cómo terminó Midas: solo, decepcionado y triste, al perder las personas y cosas más necesarias y más queridas.

La versión opuesta al rey Midas la tenemos en el actual presidente en funciones de Cataluña. Su ego y su empecinamiento le han llevado a destruir todo lo que ha tocado: su partido (que desaparece en una coalición de dudoso futuro), a su socio de grupo (CiU), ha dividido al grupo al que rogaba le facilitara la investidura, embebido en sus ensoñaciones ha abandonado Cataluña, ha hecho dejación de deberes, no ha gobernado... En fin, que ha hecho basura todo cuanto ha tocado con el afán de incorporarlo a sus deseos personales. La codicia se ha convertido en el ataúd de su carrera política y su prestigio.


 

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