José Apezarena

El golpe del rey

Las revelaciones que contiene el nuevo libro de Pilar Urbano, anticipadas el domingo por El Mundo, han provocado conmoción en los ámbitos políticos y periodísticos. Y específicamente lo relativo a algunos entresijos de la intentona golpista del 23-F.

A la vista de lo publicado, lectores apresurados han sacado la 'conclusión' de que el golpe lo preparó y lo ejecutó don Juan Carlos. Incluso de que era el 'Elefante Blanco'.

En realidad, lo que se concluye de lo publicado en el libro es que el monarca se planteó dar un 'golpe de timón'. No un 'golpe de Estado'.

Hay que remontarse a los acontecimientos previos al 23-F y a la situación del país para entender, en la medida de lo posible, que don Juan Carlos hubiera concluido que las cosas no podían continuar así y que algo había que hacer.

Pero no fue solamente el rey quien llegó al convencimiento de que era preciso un cambio de ritmo. En esa misma línea andaban los partidos políticos, incluido por supuesto el socialismo de Felipe González. No hace falta traer a la memoria la famosa entrevista de Enrique Múgica con Alfonso Armada en Lérida.

Y no eran ajenos tampoco algunos de los principales medios de comunicación, nada sospechosos de antidemocráticos y golpistas. La hemeroteca ofrece editoriales y comentarios de los grandes periódicos hablando de ese necesario cambio de rumbo, en el que no se excluía que lo encabezara algún general, como podía ser Armada. En la memoria reciente estaba lo ocurrido en Francia con el general De Gaulle.

Don Juan Carlos no quería dar un golpe de Estado. Y no hacía falta recurrir a Alfonso XIII y Primo de Rivera como referencia histórica disuasoria. Tenía muy fresco el recuerdo de lo ocurrido a su cuñado Constantino, que amparó en Grecia un pronunciamiento de los militares y por eso mismo acabó siendo expulsado de su país y la monarquía abolida.

Si Adolfo Suárez se había convertido en el obstáculo para el golpe de timón, y por ese motivo se estuvo tramando una moción de censura con el apoyo (la traición) de su propio partido, una vez que el entonces presidente del Gobierno decidió renunciar ya no tocaba seguir maniobrando políticamente. Por así decirlo, una vez cesado Suárez no tenía mucho sentido continuar, porque el golpe de timón estaba en marcha. Y menos sentido aún un golpe militar.

Por lo que se lee en el libro de Pilar Urbano, fue en ese momento cuando se produjo la quiebra de la lógica, y apareció el golpismo de algunos militares. Al que no fue ajeno Alfonso Armada. Y se llegó el 23-F.

 
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