José Apezarena

De manifestódromos y dónde se ven las manifestaciones

Diga lo que diga la vicepresidenta del Gobierno, las manifestaciones están en discusión. Hay que debatir, por ejemplo, si toda concentración o marcha, sea la que sea, la convoque quien la convoque, debe celebrarse exactamente en el día, en la hora y, sobre todo, por el recorrido solicitado, sin limitación de ningún tipo.

El de manifestación es uno de los derechos fundamentales que reconoce nuestra Constitución, y bien reconocido está. Por mi parte, considero muy positiva la posibilidad que todos tenemos de salir a la calle y de expresarnos con libertad. Es más: no pocas veces, además de un derecho, es una obligación.

Dicho lo cual, sigo pensando que no estamos ante un derecho absoluto. En realidad, prácticamente todos los derechos son relativos, en la medida en que entran en colisión con otros igualmente importantes. De aquí que se haga precisa la interpretación, la moderación y la regulación. En no pocas ocasiones resulta obligado aclarar cuál de los derechos predomina, en qué casos concretos, etc.

El derecho de manifestación colisiona, entre otros, con el derecho a la libre circulación, por citar uno evidente. Y a veces con el derecho al libre comercio, al trabajo…

El artículo 21 de la Constitución establece que las reuniones y manifestaciones sólo podrán prohibirse “cuando existan razones fundadas de alteración del orden público, con peligro para personas y bienes”. Habla de “prohibir”, no de regular y ordenar.

En España se desarrollan más de 27 manifestaciones cada día, y en Madrid superaron las cuatro mil el año pasado (es decir, más de 10 diarias).

Ya sé que sugerir que la celebración de marchas y protestas deberían tener alguna regulación supone aparecer inmediatamente como un derechoso que únicamente busca coartar ese derecho fundamental. Es lo que pasa en estos tiempos, donde resulta muy difícil argumentar nada sensatamente sin que a continuación te tachen, califiquen y descalifiquen. En fin.

Lo apunté el otro día, en Las Mañanas de Cuatro. Constituye un lugar común afirmar que en este país se puede hablar de todo, ¿no? Con tal de que sea de modo pacífico y razonado. Incluso de la independencia del País Vasco y de Cataluña, o de la abolición de la monarquía para instaurar una república. ¿Y no se va a poder debatir sobre las manifestaciones?

Ahora, una de las polémicas se centra en el famoso ‘manifestódromo’, ese lugar (inexistente) alejado de los puntos neurálgicos de las ciudades, donde desarrollar protestas y concentraciones sin provocar perjuicios al resto de la ciudadanía. La verdad es que el hecho de que en Madrid las movidas sean, por principio, en la Castellana, en Cibeles, en la Puerta del Sol, tiene su aquél.

 

No es que apoye la creación de ese ‘manifestódromo’, pero sí opino que alguna regulación debería existir, dada la reiteración de convocatorias en las mismas ciudades, en las mismas vías públicas…

Los contrarios a cualquier cambio sobre esas zonas ‘calientes’ para las manifestaciones argumentan que se celebran en esos lugares céntricos precisamente para conseguir la máxima visibilidad.

El argumento podría valer hace treinta o cuarenta años, cuando los sistemas de comunicación no habían alcanzado los actuales niveles. Ahora, con la televisión en directo, con las páginas webs y las redes sociales, la visibilidad ya no depende de que una marcha desfile por una calle céntrica, para que la vean los vecinos o quienes transitan por allí, sino de que todos esos medios citados lo retransmitan, cualquier que sea la zona donde se celebre.

Hoy las manifestaciones se visualizan, no por la calle donde discurren, sino gracias a las cadenas de televisión, Internet y las redes sociales. Ya no parece tan imprescindible ocupar las arterias vitales de las ciudades para conseguir el máximo eco.

Por resumir. Sí pienso que se trata de un asunto a debatir. Se puede discutir sobre la unidad de España, la forma de Estado, el modelo de matrimonio, la existencia o no del ejército… ¿y no de dónde celebrar manifestaciones? Estaríamos listos.

editor@elconfidencialdigital.com

Twitter: @JoseApezarena

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