Por la boca… Puigdemont levanta cabeza y orea el trasero de Sánchez

Puigdemont nunca fue gran cosa ni como político ni como periodista, oficio que siempre ejerció en medios más o menos subvencionados, por aquello (también más o menos) del independentismo. Llegó a los cargos y a las listas de la Convergencia de Pujol y de Mas, de rebote y de otro rebote (que ya se sabe que en Gerona son muy de baloncesto) se sentó en el Palacio de la Plaza de San Jaime, hasta que ocupó espacio en la trasera de un coche (que en catalán se escribe “maleter”).

Como dijo Sánchez, “saldremos más fuertes”. Lo que no dijo Sánchez es quiénes, cómo y por qué, iban a salir más fuertes.

Aparte de la pléyade de nombramientos (más o menos cercanos a su persona) de las presuntas corrupciones, de los amiguetes, de las tramas “koldosianas” y de las mascarillas averiadas que compraba Illa, sin enumerar las bajadas de pantalones de Sánchez, dentro y fuera de España y más o menos lejos de Bélgica, es evidente que uno de los que han salido más fuertes de la gestión (o lo que sea) de Sánchez, es Puigdemont.

Puigdemont, nunca fue gran cosa ni como político ni como periodista, oficio que siempre ejerció en medios más o menos subvencionados, por aquello (también más o menos) del independentismo. Llegó a los cargos y a las listas de la Convergencia de Pujol y de Mas, de rebote y de otro rebote (que ya se sabe que en Gerona son muy de baloncesto) se sentó en el Palacio de la Plaza de San Jaime, hasta que ocupó plaza en la trasera de un coche (que en catalán se escribe maleter).

Pero el que iba a situar a Puigdemont en lo más alto, era Sánchez necesitado de 7 escaños para llegar y para continuar en La Moncloa que, sin escrúpulos, ni moral política, muy escaso de la otra y con la mínima cantidad despachable de vergüenza, concesión tras concesión, ha aupado a Puigdemont hasta mucho más arriba de lo que nunca hubiera soñado y ha convertido a un don nadie de la política y del periodismo, en portada de todos los periódicos y en factótum del totum revolutum en el que Sánchez tiene sumida la vida pública española.

Y Puigdemont, va por Bruselas con la cabeza muy alta.

Y tan alto coloca la cabeza, que convoca ruedas de prensa y tiene a todo el mundo pendiente de la hora en la que informará de su candidatura para las próximas elecciones en Cataluña.

Y tan alto coloca la cabeza, que se olvida de su actual situación judicial.

Y tan alto coloca la cabeza, que no tiene en cuenta los votos de su actual formación ni la posición que ocupa, aún sin detenerse en las encuestas más recientes.

Y tan alto coloca la cabeza que, o viene de presidente de la Generalidad, o no pronuncia el  ja soc aquí y -lo que tiene a Sánchez en un ¡ay!- tampoco pronunciaría el tan deseado tu puedes seguir ahí.

Y tan alto coloca la cabeza, que se permite mofarse de España, de los españoles -y por supuesto de Sánchez- cuando afirma: “Un país europeo con un primer ministro que negocia en el extranjero y firma un acuerdo de investidura fuera de España”. “El referéndum es tan imposible como la amnistía”.

Y Sánchez –con el trasero más al aire que nunca- dice aquello de que “ya se presentó en 2017 y 2021” y ordena a Illa que diga eso de que “hay que pasar página”, algo inexcusable tratándose de Sánchez y de Illa que tienen firmadas y rubricadas las páginas más vergonzosas y más vergonzantes, de todas las que se han escrito en política,  los últimos años.

Pero dice Sánchez que “los progresistas del mundo nos ven como un ejemplo y una referencia a seguir” y cuando lo dice Sánchez seguro que es mentira. 

Y es que, como dice mi portero: “en el mundo, son tontos todos lo que lo parecen y algunos que no lo parecen”.

Si será y estará débil Sánchez que Puigdemont -chuleta de poca monta y de viajes en el maleter- le ha quitado la chulería de un golpe de prensa y además desde fuera de España. O sea, como las negociaciones para la investidura.

Y por supuesto, ha puesto a orear el trasero de Sánchez.

La carcajada… Dice Sánchez a sus seguidores: “Somos gente que tratamos de hacer de la verdad, nuestra forma de hacer política”.