A Neelie Kroes, que sanciona a Telefónica por un caso denunciado en 2003 por Wanadoo, desde un organismo que sigue el dictado de Francia y Alemania

Los expertos aseguran que cada trimestre en el mercado de las telecomunicaciones equivale a un año de cualquier otra industria. Las cosas cambian cuatro veces más deprisa que en cualquier otro sector, y lo que hoy es lo último, mañana está obsoleto. Pues en este escenario, la comisaria de Competencia de la Unión Europea, Neelie Kroes, ha impuesto a la española Telefónica una multa de 151,875 millones de euros, la más alta impuesta por el Ejecutivo comunitario a un operador, por un abuso “muy grave” –dice- de posición dominante en el mercado español de internet de alta velocidad. Si la sanción es justa llega excesivamente tarde: ni el mercado español se parece en nada al de cuando se sucedieron los hechos, ni los competidores están como estaban, ni el ADSL va a la misma velocidad, ni las tarifas son parecidas, ni el reparto del mercado se parece al de hace cuatro años... Todo ha cambiado. Desde el perfil del cliente que compra ADSL hasta la forma de comercializarse –con tarifas planas que incluyen las llamadas-. Pero es que, además, también ha cambiado Telefónica, que en 2003 no estaba presente en 24 países, no tenía más de 230.000 empleados ni gestionaba 206 millones de clientes, no tenía el control de un operador con la presencia de O2... no estaba las 50 mayores empresas del mundo de cualquier sector, entre las tres telecos del mundo por número de clientes. En una Comisión manifiestamente francófila y germanófila, de pronto una gran empresa española parece que molesta. Guindilla a Neelie Kroes.

 

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