Aunque se vista de seda…

Dicen que van a poner una ley para desproteger la vida humana no nacida. Pero “aunque la mona se vista de seda, mona se queda”. Aunque al aborto provocado se le revista de “progresismo”, no deja de ser un crimen abominable.

¿Castigar a la madre? La madre que aborta, como saben muy bien las de la Asociación de Víctimas del Aborto, es víctima también, y merece compasión y ayuda. Algunas conducen a su hijo a la muerte por locura (en estos casos, el síndrome post-aborto se manifiesta luego con mayor virulencia).

Otras abortan porque quienes las rodean las empujan a tamaño despropósito: los padres, el marido, las amigas. No hace mucho, en la Conferencia de un médico sobre el Síndrome post-aborto, apareció Arancha, una joven madre a quien su marido la había obligado a abortar porque el hijo no era suyo.

Varias veces la llevó al “abortorio”. A la tercera, le dieron una pastillita y se enteró de que había perdido a su niño cuando, al venir en sí, preguntó por su hijo. El aborto es una tragedia y una tragedia jamás debe ampararse con ley alguna que la justifique y legalice.

Es corrupción. Afortunadamente, en algunas Comunidades se han propuesto ayudar a la madre embarazada con problemas: recientemente, Castilla y León, y Valencia. Mi felicitación para estas Autonomías.

 

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