Bono, el político más solicitado en el partido, provoca los celos de Moratinos, Blanco y del propio Zapatero

El ministro de Defensa, José Bono, está provocando los celos políticos de importantes personas de su partido, entre ellos varios ministros, como el de Asuntos Exteriores, Moratinos, también de personas de Ferraz, como el secretario de Organización, José Blanco, y del mismísimo José Luis Rodríguez Zapatero. Hay casos concretos.

El ministro de Defensa, José Bono, está provocando los celos políticos de importantes personas de su partido, entre ellos varios ministros, como el de Asuntos Exteriores, Moratinos, también de personas de Ferraz, como el secretario de Organización, José Blanco, y del mismísimo José Luis Rodríguez Zapatero. Hay casos concretos.

Es un comentario general que se escucha en los ámbitos del PSOE, donde hay coincidencia en que Bono está haciendo la guerra por su cuenta, y con probada eficacia, como también demuestran las encuestas de popularidad y de valoración de líderes, donde siempre aparecen en los primerísimos lugares.

En estos momentos, es el político más solicitado por otros compañeros del partido, que le piden que acuda a celebraciones y convocatorias. En la Ejecutiva comentan que es un valor en alza, y no pocos lamentan ahora no haberle votado como secretario general.

Todos los días habla con los más próximos, empezando por Barreda (su sucesor al frente de la Junta de Castilla-La Mancha), muchos días lo hace con Rodríguez Ibarra, otros con Francisco Vázquez... Se apunta en el partido que su ambición sería ser ministro de Asuntos Exteriores, y, si Zapatero se hundiera, presidente del Gobierno.

No pocos socialistas dicen ahora que Bono habría sido el mejor secretario general del partido. Tiene talla política, una buena formación intelectual, instinto político, y maneja como nadie su propio aparato de propaganda.

Por ejemplo, lleva consigo a los cámaras de la televisión castellano-manchega, que suele llegar a los sitios antes, se sitúa en el lugar adecuado, distribuye la imagen que interesa, perfiles siempre amables... algo que provoca la envidia de los demás dirigentes socialistas, incluidos ministros.

En el caso de Moratinos, Bono ha asumido en varias ocasiones funciones propias del jefe de la diplomacia, por ejemplo con sus viajes a Iberoamérica y con la visita a Estados Unidos; hasta llamó “torero” a Donald Rumsfeld porque estuvo en los Sanfermines cuando era joven. Allí visitó el buque-escuela “Juan Sebastián de Elcano”, bromeó con una guapa teniente (“me alegra de que ya haya aquí más de 30 mujeres”), todo ello recogido por su equipo particular de cámaras.

El ministro de Defensa organiza conferencias de sus amigos, de intelectuales y políticos, desde Felipe González a Vargas Llosa, por ejemplo para que animen a chicos jóvenes a mirar con buenos ojos la posibilidad de incorporarse al Ejército (le “faltan” 20.000 soldados).

Tiene en contra, sin embargo, un grave defecto, conocido dentro del partido: miente más de lo debido y es bastante enredador. En Castilla La Mancha se cuenta que, cuando visitaba pueblos, llevaba consigo una bolsa con relojes de la misma marca, que iba regalando a uno y a otro, pero siempre diciendo al beneficiado que le entregaba un recuerdo personal: el reloj que le dejó su padre.

 

Se relata, igualmente, que tenía dicho en restaurantes buenos de Toledo que, cuando llegara alguna persona importante, le avisaran. En el momento del café, Bono aparecía, diciendo que casualmente estaba almorzando en un reservado y que le habían notificado que esa personalidad se encontraba allí.

Y no pocas veces se ha pasado con sus comentarios. En una ocasión recibió a su íntimo amigo don Marcelo González, cardenal de Toledo, y previamente encargó que hubiera un buen brandy. Tras marcharse, comentó: Ya os decía que con una copa de brandy es más amigo. A los tres días, el cardenal le reclamó que no comentara ni de broma una cosa semejante, y Bono juraba por sus muertos que no había dicho eso.

Otro día habló con monseñor Cañizares diciéndole que no se preocupara por la enseñanza. Cuando el arzobispo le llamó, preocupado porque le habían pasado un inaceptable borrador de proyecto de educación en la Comunidad Autónoma, le respondió: No sabe cuánto lo siento, pero desde anoche no tengo nada que ver con la Comunidad; me marcho al Ministerio de Defensa.

Un alto cargo socialista ha contado más de una vez que, en el Pleno sobre el “Yakolev”, en el que arremetió durísimamente contra la gestión del ministerio de Defensa, al terminar telefoneó a Federico Trillo para encarecerle: Como ves, te he respetado y no te he citado. Y a continuación habló con el director de un diario de Madrid para contarle: El Pleno ha ido muy bien; Trillo me ha llamado para darme las gracias por no haberle citado. Cuando este último se enteró de esa conversación, se le llevaban los demonios.

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