EN PAUSE CON Baltasar Garzón, jurista

“No hay indicios de que Aznar acabe saliendo en la trama de Gürtel”

Baltasar Garzón, jurista. Juez suspendido y condenado a raíz de Gürtel. Ahora, abogado y activista. En 2021, rozando los 65 años, volverá “en son de paz”. Acaba de publicar las historia de sus 5 lustros en la Audiencia Nacional con el título ‘En el punto de mira’

"A pesar de estar en "el punto de mira", su familia se ha convertido en el agarradero para sonreír "y no lamerme las heridas".
"A pesar de estar en "el punto de mira", su familia se ha convertido en el agarradero para sonreír "y no lamerme las heridas".

Fui discreto, pero no sumiso. Pude equivocarme, pero no me arrepiento. Actué en conciencia. Soy activista y beligerante. No sé odiar, ni mentir. No me mueve la venganza. Volveré “sin acritud”. Baltasar Garzón reaparece en España para explicarse. El hombre que veía amanecer ahora está En el punto de mira. Después de muchas horas de trabajo, de tensión, de amenazas, de política, de compromiso, de sentencias, togas, mazas, aduladores, enemigos y flashes, el juez que fue estrella toma la pluma y escribe en primera persona, para evitar las interpretaciones. En pleno juicio de Gürtel, la trama que le puso en el banquillo, publica un Planeta con sus argumentos, que no son una defensa, porque “no necesito defensa”. Como posible víctima de una caza de brujas, el presunto Gerard Piqué de la justicia española se pone en la portería.

Estamos en el Círculo de Bellas Artes. Cámaras y acción. Baltasar Garzón presenta un libro que cae como hoja de otoño –más de mil hojas de un otoño caliente- sobre el panorama mediático del juicio de Gürtel. Se titula En el punto de mira. Se subtitula La forja de un juez a contracorriente, aunque se podría haber subtitulado Kill Bill y la toga de seda...

Carrusel de entrevistas con uno de los hombres con más titulares de la historia reciente del periodismo español. A última hora de la tarde suena el “su turno”, y lo que debería ser una entrevista en pause se convierte en una conversación a contrarreloj. 23 minutos de preguntas, respuestas, miradas y gestos. Y 23 minutos no dan ni a un minuto por cada uno de sus 25 años en la Audiencia Nacional.

Baltasar Garzón tiene una entrevista tranquila con café de por medio, pero conseguirla es metafísicamente imposible, al menos después de dos años de peticiones. Aunque se me quedan muchas preguntas y repreguntas en el aire, busco más intuir la procesión que va por dentro que la que ya destacan desde hace unos días los titulares de ocasión.

Un señor con canas arraigadas sobre el terreno de juego y ganas de partido entra en la sala. En un escenario destartalado ,que ha sido hoy plató, estudio y bambalinas para las decenas de medios que hemos venido a preguntar, Baltasar Garzón se sienta. Atrás, las vistas imponentes de Madrid desde el cielo de Alcalá.

Conociendo el tute de la jornada, y sabiendo que fue operado de garganta años ha, rompemos hielo tirando de hospitalidad:

-- ¿Cómo va esa garganta?

-- ¡Jodida!

Grabando.

garzon

 

Entonces, usted piensa que Mariano Rajoy tiene mucho que decir sobre Gürtel en sede judicial…

Evidentemente, era una oportunidad que tenía para explicar cómo es la estructura del Partido Popular, cómo era su financiación, qué significan esas anotaciones en los documentos que aparecen en la causa… Él era un alto responsable del partido en el momento que se juzga y debería contribuir, incluso ofrecerse como testigo en la causa. No es una broma lo que digo. Pienso que eso sí que sería un verdadero ejemplo de transparencia.

¿Aznar acabará saliendo en esa trama?

No tuve yo elementos para poder afirmarlo. Si hubieran existido, se habrían puesto de manifiesto. Los demás jueces tampoco lo han visto; por lo tanto, yo no puedo opinar si va a salir o no. No hay indicios.

¿Y dónde debería estar usted en ese juicio?

Aunque no hubiese sido suspendido primero y condenado después por la interceptación de las comunicaciones en la investigación de esta trama, estaría, probablemente, en el Juzgado Central de Instrucción número 5, o quizás no, porque ya había solicitado servicios especiales para irme a la Fiscalía de la Corte Penal Internacional durante un tiempo. Previsiblemente estaría allí, qui lo sa…

Umbral publicó en El Mundo una columna de incienso dedicada a Garzón, que decía: “Este es un país camastrón donde no sólo nos molesta hacer cosas, sino también que las hagan los demás”. ¿A usted le desarmó la España que raja, o el aparato del Estado, que ensombrece?

Ambos. He tenido la gran suerte, entre comillas, de que he incomodado a unos y a otros, quizás por seguir una línea de coherencia en mis investigaciones y tratar de hacer real ese principio de igualdad ante la ley.

Entre El hombre que veía amanecer y el que aparece en la penumbra, ¿qué ha pasado?

El que aparece en la penumbra, depende de a qué se refiera… Suelo estar siempre en el mismo sitio, moviéndome, pero creo que mis posiciones sobre la justicia han sido igual de claras, y arriesgadas, antes, durante y ahora, desde el ámbito de la abogacía y el activismo. Sigo comprometiéndome igual. Todos vamos evolucionando en la vida; yo también, pero sigo una línea de coherencia de manera permanente.

Dice usted: “El juez precisa altas dosis de fortaleza y llevar esculpidas la ley en su conciencia”. ¿Ha patinado usted en alguno de esos frentes?

Ni en la conciencia, ni creo que en la interpretación de la ley, al menos conscientemente. He podido interpretar erróneamente una ley, y para eso, precisamente, están los recursos ante tribunales superiores, que mantienen una interpretación diferente. Pero nunca, nunca se debe penalizar a un juez por interpretar en forma discrepante o diversa una ley que, además, cuenta con el soporte de otras interpretaciones similares, de otras acciones parecidas, y de normativas internacionales.

Escribió usted: “Yo no sé mentir. Y daré datos a la Historia, para que la Historia ponga a cada uno en su sitio”. Felipe González ha vuelto. ¿Felipe González está en su sitio?

¿Cuándo dije eso?

Lo he leído en alguna parte de El hombre que veía amanecer

Bueno, hay que ver…

Está entrecomillado…

Bueno, que esté entrecomillado no quiere decir nada… Pero sí, es verdad que no sé mentir y, desde luego, no me interesa mentir. A veces me reservo información, pero no me gusta mentir, porque eso no te conduce a ningún lugar.

¿Y en este libo está poniendo usted a cada uno en el sitio de la historia que le corresponde?

En este libro intento ofrecer datos y contar la historia haciendo un repaso bastante autocrítico de mis años en la Audiencia Nacional. Soy crítico conmigo mismo, y también con otros, y ofrezco datos para que cada cual se forme su propio juicio. Ni siquiera quiero que sea favorable o en contra, me da igual. Mi intención es que se tengan los argumentos para poder formarse un juicio.

¿A Felipe González la historia le ha puesto en su sitio?

Felipe González ha hecho cosas importantes por este país, y otras no tan importantes… Al final, cada cual tiene el lugar que se merece y quien le respete. En el caso de Felipe, habrá mucha gente que le respete, y otras que no. Hay personas que coinciden con él, y otros que se distancian. Por lo que a mí se refiere, me interesa que me respeten aquellas personas que creo que merecen la pena. Me preocuparía si no fuera así. Pero muchas veces no ofende quien quiere, sino quien puede. Las críticas de las personas que valoro son las que me hacen pensar y me ayudan a corregirme.

En la línea del “yo no sé mentir”: ¿En la opinión pública hay muchas dudas sobre usted? Parece como si la verdad en torno a Baltasar Garzón estuviera muy difusa. Hubo emoción social con sus operaciones estrellas, y desde que entró en política todo el clima de opinión sobre usted se enrareció en la calle…

Lo de la política fue después… Mi paso por la política fueron once meses, y nunca me imaginé que darían tanto juego… Hay gente que se pasa toda la vida en política y no da tanto de sí…

Y sin ser militante e ir de independiente…

Y ejercí como tal, y me enfrenté a todos los estamentos, y pagué las consecuencias… O las asumí… Nadie me engañó, esa es la pura verdad. Si me tendieron una trampa, caí en ella voluntariamente… ¿Me equivoqué? Pude equivocarme. ¿Me arrepiento? No me arrepiento. ¿Asumo las consecuencias? Sí, y las he pagado durante mucho tiempo.

¿Usted percibe que la gente de la calle duda sobre la historia real de Baltasar Garzón?

Yo creo que la gente de la calle sabe muy bien cuál es la historia real. Por lo menos, he detectado perfectamente quién sabe y quién no. Cuando alguien me ha insultado por investigar los crímenes franquistas, sé que conoce cuál es la historia real. Cuando hay víctimas que me paran y me dan las gracias, también sé cuál es el dolor de esas personas. Cuando hay comentaristas que opinan sobre mí todas las pestes posibles del mundo, les respeto y les contesto, y, a veces, incluso les ofrezco datos para demostrarles que se han equivocado. Y si aciertan, tengo que asumir la crítica.

¿En el punto de mira es la historia, una defensa o un ataque?

No. Es una constatación de una serie de hechos que viví en primera persona y que relato en primera persona, para que no haya dudas ni problemas de interpretación. En él abordo cuestiones que sufrí y disfruté en primera persona. Los aciertos y las equivocaciones son mías. No es una defensa. No necesito defensa. No quiero que nadie me justifique. Las cosas que uno hace en la vida son las que te justifican o te denostan. Al final del día, lo que quiero es estar tranquilo conmigo mismo.

Hoy ha pasado una mujer mayor y me ha dado las gracias, y un chico joven me ha ofrecido ánimos. Hoy no tocó que nadie se metiera conmigo…

¿Si hubiera sido discreto, seguiría hoy en su puesto?

Creo que fui discreto, pero no sumiso. Ningún juez debería ser sumiso. Sería terrible, para la justicia independiente que se merece España, que hubiera jueces sumisos. El juez debe ser beligerante. No entiendo la justicia de otra forma. Cuando entré en la Audiencia Nacional y me dijeron que no podía asumir en primera persona, yo no quería consentir que hubiera en Madrid un atentado de ETA y esperar a que otro juez que no era competente fuera a levantar el cadáver de un hombre o de una mujer. ¡No! ¡Era mi responsabilidad, y tenía que asumirla en primera persona! ¿Eso significa aumentar los riesgos? Bueno, para eso estamos.

¿Se siente víctima de una caza de brujas?

No sé si ha habido o no una caza de brujas, pero sí he sufrido una acción sistemática por parte de algunos para acabar con mi posición, mi progresión judicial, mi carrera en la Audiencia Nacional… Viendo el resultado, me parece obvio. Y digo obvio porque, cuando fue el juicio del caso de las interceptaciones en la investigación de Gürtel, quedé satisfecho, porque dije y compartí con el tribunal todo lo que había sucedido. Las personas que intervinieron, los documentos avalaban mi posición. Y luego la sentencia coincidió bastante poco con el juicio. Casi ni hace referencia a las pruebas del juicio… Pero bueno, así es la vida. Hay que seguir adelante.

¿Se siente un poco el Gerard Piqué de la justicia española?

(Risas) Soy culé, que conste.

Se queja Piqué de que lleva toda su vida dejándose la piel por la selección española para que le critiquen por sus ideas…

A veces pasa eso… Gerard Piqué es un gran futbolista. No se debería juzgar a un futbolista por sus opiniones, sino por el juego que desarrolla. Sin embargo, dentro de una sociedad democrática y libre, hay que asumir esas críticas. A mí me han hecho muchas críticas: algunas, durísimas; otras, favorables, y bastantes, muy injustas y de completa manipulación… Sin embargo, hay cosas que no me merecen el tiempo de criticarlas. Otras cuestiones que afectan a la profesionalidad y a determinados puntos, las contesto. Gerard Piqué es buen futbolista. Debería estar acostumbrado a las críticas. Lo que debe hacer es dejarse la piel en cada partido que juega, con el Barça, con la selección española, o allá donde le toque, porque eso es lo que le hace grande.

¿El contexto contra usted le ha encabronado, o sigue siendo un buen portero?

No me ha encabronado. A veces me molesta. Otras, ni me interesa. La mayoría de las veces no tengo tiempo para gastar mi atención. Ahora soy buen portero de mente, pero físicamente no me atrevería ni siquiera a lanzarme en un terreno mullido de césped, porque no sé si me levantaría…

En las fotos, como la de la portada de su último libro, aparece muy serio…

La foto del libro, por decirlo con un verbo muy común en Sudamérica, ameritaba ese gesto. En él se abordan cosas serias, aunque alguna anécdota simpática también hay, y está ilustrado con el humor de las viñetas periodísticas de estos años.

¿Qué le ha pasado más factura: abandonar el Gobierno de Felipe González por las bravas, o meter la mano en las cuentas del PP?

Las dos cosas fueron voluntarias, y las dos respondían a una misma línea de actuación. Entré en política voluntariamente, con unos propósitos definidos desde el principio, expuestos al entonces presidente del Gobierno, y manifestados cuando consideré que no se cumplía con los ciudadanos y pretendí ser coherente. A partir de ahí, todos los ataques, interpretaciones, etc…

Cuando investigué Gürtel, como cualquier otro caso, lo hice a sabiendas de las consecuencias que se podían derivar. Podía, perfectamente, haber rehuido esa responsabilidad, dilatarla, que otro venga después, o decir que no había suficientes datos… En Derecho, si te lo propones, casi todo es interpretable, pero sería injusto con las víctimas, con el propio sistema, y sobre todo conmigo mismo… Yo ejercía como juez y tenía que actuar como juez. Si de esa investigación se desprendían consecuencias, tenía que afrontarlas.

Dígame su símil más gráfico para representar a la Justicia española…

La imagen de la justicia está mal representada cuando se le pone la venda en los ojos. No me gusta esa venda. La justicia tiene que tener los ojos muy abiertos, porque son muchos los males que le acechan y, sin ver, a veces no te das cuenta de por dónde van…

En un examen de ética judicial, ¿cómo se autoevalúa?

Coherente y firme en mis posiciones y convicciones éticas. Siempre lo he sido, y si de algo estoy contento es, precisamente, de eso. Es lo que me mantiene vivo y me hace seguir confiando en la justicia, a pesar de todo.

Con Pilar Urbano se confesó de soberbia, por creer que usted sólo podía acabar con la corrupción…

Es probable.

¿Mejor ser soberbio que consentir para evitar problemas políticos?

Todos tenemos algo de vanidad, y de soberbia, pero eso también se trufa con la humildad de que no puedes hacer de todo, aunque debas intentarlo. Desde luego, nunca se debe consentir con la corrupción. Dar un paso atrás a favor de la corrupción es favorecer comportamientos que rompen la democracia. Yo estoy muy preocupado con esta banalización de la corrupción: a pesar de que estamos con titulares permanentes del juicio de Gürtel, después llegan las elecciones y se vota a favor de quien, supuestamente, propicia estos hechos… Es una contradicción que me tiene encorajinado conmigo mismo, porque no acabo de entenderla.

Dice usted: “Si un juez tiene miedo, que cuelgue la toga”. ¿Y si un juez tiene muchos enemigos?

Si tiene muchos enemigos no puede colgar la toga. Los enemigos, en la justicia, pueden ser muchos: desde los que te quieren eliminar a los que desconocen la propia justicia. No puedes ceder ante el chantaje y ante la presión. Pero, si tienes miedo de ceder, sí que debes marcharte, o denunciarlo. Lo que no puedes es ser parcial porque haya algo a lo que temas.

garzon

¿Qué le queda de la inocencia de Jaén?

Creo que todo, porque la renuevo cada vez que voy a mi tierra: ese paraíso interior que es Jaén, y a mi pueblo, Torres, donde uno llega y regenera todas las neuronas. La familia y los buenos amigos me renuevan esa inocencia. Sigo creyendo que, a pesar de todo, el ser humano es esencialmente inocente.

Me ha llamado la atención que en el cuadro de fechas más importantes de su vida profesional que aparece en En el punto de mira se recogen días marcados como el de la boda de su hija, o el nacimiento de sus nietos…

El 14 de mayo de 2013 nació mi nieto Héctor. El 14 de mayo de 2010 me suspendieron en la carrera judicial. Jamás podré ya recordar el 14 de mayo con acritud. La historia me ha hecho justicia con ese día, a través de mi hija y de mi yerno, dándome un nieto en la fecha más dura de toda mi vida.

El nacimiento de mi nieta Aurora fue el 28 de abril de 2010, 16 días antes de mi suspensión. A mí me mantuvo ese hecho, porque la vida comenzaba y tenía entre manos cosas mucho más importantes que lamerme las heridas.

¿Cuándo se está al vacío, se vuelve a aquellas oraciones que aprendió en el seminario?

Cuando se está en el vacío se busca cualquier agarradera en la que sostenerse, y te puede valer una oración o un pensamiento, o una reflexión, o un buen consejo de un amigo o de una amiga, y todo lo que ayude a salir de ese limbo.

En los momentos del calvario que usted relata, ¿pensó en alguna ocasión que hubiera sido mejor un tiro por la espalda?

No. Nunca. No soy un hombre agresivo contra nadie, y menos contra mí mismo. Me gusta vivir la vida a cada instante. No le tengo miedo a la muerte. Es un hecho que tiene que acontecer. Me fastidian y me duelen las traiciones, entendiendo por traiciones no las que se esperan, porque eso son certezas, sino aquellas que suceden con personas con las que creías tener confianza, y, sin embargo, fallan. Eso me da pena.

Según mis cuentas, usted vuelve en 2021: ¿lo hará en son de paz?

En paz y en gracia de Dios, supongo… O en gracia de quien me conceda el reingreso… Había quien decía: “Sin acritud”… No sé odiar. Tengo buena memoria, pero no sé odiar. Ni tampoco tengo ningún sentimiento de venganza, y por eso este libro se lo he dedicado, entre otros, a mis enemigos o a los que se consideran como tal, y lo digo porque realmente lo siento.

¿Su diario personal sigue vivo?

Sí, aunque escribo con más dilación.

¿Y todas esas páginas de su diario personal darían para una película?

¡No sé! Igual dan para una serie, ahora que están tan de moda. No creo, o sí; ¡quién sabe! En todo caso sería una serie en la que debería haber muchos actores entrando y saliendo.

REBOBINANDO

Por empezar por el principio, ojalá todas las equis;de la democracia española escribieran un libro con datos, fechas, días, horas, nombres y apellidos para explicar lo que a veces es tan complicado que puede enmarañarse más de la cuenta a gusto del poder.

Cuando hablo de equis, hablo de esa gente sobre la que se dicen tantas cosas que uno al final se siente como obligado a tomar partido, entre la verdad que desconoce y no siempre intuye y las paletas de estiércol que llueven como bollycaos gratis en las puertas de un colegio.

Garzón habla en prosa, y aunque Planeta le haya quitado unas cuantas páginas, aquí queda el ladrillo de 1.029 páginas de referencias para quien quiera forjarse su propio criterio.

Garzón, a medio metro, comparece con seguridad, mira como calibrando por dónde me dispara este, sonríe más de lo que ilustran sus fotos, responde a todo. A medio metro el juez es humano, tiene más corazón de lo que dirían sus pisadas, espiritualiza su experiencia vital, defiende con agallas su profesionalidad, pero no muere matando.

Garzón dice que no sabe mentir, que no odia, y que no busca venganza. Ni siquiera a los que han hecho vudú con su estampa dice querer incomodarles con su atención. Él reconoce decisiones erróneas, interpretaciones con derecho a equivocarse, ideas claras, beligerancia expresa, incapacidad para parecer de piedra ante los casos que pasan y las cosas que pesan. Y vanidad, humana desviación. Y orgullo y perjuicios.

Yo, a Garzón le veo zen. Sinceramente zen.

A medio metro, el juez en serie comunica ser una persona a conciencia, y que entren los que saben en el debate conciencia-responsabilidad-ley-justicia, porque no todos los argumentos son Navidad.

Dicen que las tres causas abiertas contra Garzón son irrefutables. Él busca demostrar que no. Hasta el más ingenuo sabe cómo se trajinan por detrás del telón las campañas anti personales. Y hasta el más ingenuo sabe que, para estar en el centro de una campaña de estas, casi siempre tienes que habértela ganado a pulso…

Dicen. Dice.

Igual leyendo este cóctel de historias con puñetas aprendemos a escuchar todas las campanas antes de quemar la fama a lo bonzo, o antes de tragarnos un atropello disfrazado de recta conciencia.

Ni juzgar a cadena perpetua. Ni canonizar sólo por la buena voluntad. Otro sí digo. Y ya, después, que surtan los efectos oportunos.

Video del día

El ICAM toma medidas contundentes: denuncia a la Fiscalía
y exige una ruptura por el escándalo Ayuso
Portada
Comentarios
Envíanos tus noticias
Si conoces o tienes alguna pista en relación con una noticia, no dudes en hacérnosla llegar a través de cualquiera de las siguientes vías. Si así lo desea, tu identidad permanecerá en el anonimato