Cronista constitucional

En el reino de las ambiciones de poder justificado por los expertos, el catedrático constitucional es el rey. Los firmantes del teorético informe estatutario son catedráticos de este ramo, al igual que el ministro de Justicia, Juan Fernando López Aguilar, Ministro responsable de las leyes anti-familia o llamadas de "género", es “record man” en la pronunciación de la palabra constitucionalidad por comunicado emitido. Que son muchos. En el penúltimo, califica el recurso de amparo del PP ante el Tribunal Constitucional contra la tramitación de la reforma del Estatuto de Cataluña de como el "más ridículo de toda la historia del Tribunal Constitucional". Paradojas de un ministro besado por Zerolo tras aprobarse la ley de "matrimonios homosexuales", donde los baremos de la ridiculez son afectados por el relativismo. Cuando su reforma del Tribunal Constitucional consiste en que los secretarios de juzgados tramiten los recursos de este Tribunal, justifica que los populares respetan muy poco la Constitución al existir 8000 demandas de amparo. Menos mal que Dios nos ampara a todos, así en la España constitucional como el cielo. La Constitución no habla del cronista de la misma, donde López Aguilar podría ocupar un lugar preferente. Ni secretario ni derecho de admisión, L.A. los califica de ridículos, grotescos, alegres, divertidos, entretenidos, amén de admisibles o no. ¿Han probado a contar cada vez que habla, las veces que dice la palabra constitucionalidad, el instaurado cronista constitucional? Lo que nos dice este cronista es cuando no tendrá sentido su crónica. Por dejar de tener sentido el Tribunal Constitucional, se entiende.

 

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