En una barca como Jesús
En una barca, como Jesús en el Tiberíades, hace escasos días, apareció Benedicto XVI en Colonia ante una multitud de jóvenes que se congregaron, para recibirle, a ambas orillas del río. Se ha contabilizado hasta un millón; así son los encuentros del Jefe de la Iglesia Católica con la juventud, sedienta de palabras de vida y de verdad. Llegaron de distintos puntos del planeta: de Oriente como los Reyes Magos (su tumba se venera en la catedral de esa hermosa ciudad alemana), de Europa, sobre todo, de África... Y colapsaron luego las calles. El Santo Padre no podía, muchas veces- me contaba uno de mis hijos por el móvil- exponer sin enterrupción su discurso: en mil ocasiones los interrumpían los aplausos de una juventud enfervorizada, entusiasta y feliz de tener tan cerca al Papa. Parecía importarles, más que las palabras, la presencia;como los enamorados, prefieren los jóvenes en los encuentros, reir juntos, cantar, silbar fuerte al aire. Más tarde meditarán los discursos del Pontífice sabio, acompañados en reuniones,de sus sacerdotes y laicos guías. Sí, En una barca, como "el duce Cristo en la Tierra"- así llamaba Santa Catalina al Papa-, atravesó Ratzinger las aguas revueltas del río, que evocan en mí, el mundo de los jóvenes de hoy, tan necesitados de gente valiente que les hable de generosidad y de pureza. Hoy el mundo está en crisis y hay quienes ven que su fe y moral se tambalean. Muchos vemos en los jóvenes que acuden a los encuentros con el Papa, la esperanza de la sociedad y de la Iglesia. Lo expresó muy bien el presidente de la Repúblicas alemana, Horst Köhler: "la búsqueda de orientación de estos cientos de miles de jóvenes nos transmiten a nosotros, los mayores, una señal de esperanza que yo he experimentado ya".
