Desdicha, ruptura y desigualdad son los deseos de los separatistas que tienen la llave de la gobernabilidad de España

Desdicha, ruptura y desigualdad son los deseos de los separatistas que tienen la
llave de la gobernabilidad de España.
Desdicha, ruptura y desigualdad son los deseos de los separatistas que tienen la llave de la gobernabilidad de España.

Tras la jornada electoral del 23-J se puede hacer una lectura de los resultados que arrojaron las urnas, no siendo estos, bajo mi opinión, positivos para nuestra estabilidad gubernamental, equilibrio nacional y respeto institucional.

El Partido Popular ganó los comicios generales con 137 diputados, pero quedó lejos de la mayoría absoluta a falta de casi cuarenta escaños y aún sumando los apoyos de Vox y UPN les faltarían algunos escaños más para alcanzar el Palacio de la Moncloa. En segundo lugar, el PSOE perdió las elecciones con 121 escaños, un diputado más de los obtenidos en las elecciones anteriores. A pesar de este resultado, los socialistas jubilosos celebraron una derrota electoral en su sede de Ferraz siendo esto inaudito en nuestra historia democrática; el perdedor de las elecciones no está en condiciones morales para celebraciones sino para desalojar la Moncloa y asumir la oposición. Pero sin embargo, P. Sánchez, tratará de formar gobierno junto al nuevo partido post-comunista Sumar y demás formaciones separatistas y con elevada probabilidad, este sea el preocupante motivo de su actitud festiva.

No obstante, debemos profundizar en el análisis de esta alborozada celebración socialista, como también leer las intenciones políticas del ya conocido líder Sanchista, mayoritariamente nocivas y muy cuestionables. El señor Sánchez rechaza y desprecia la política de estado y de grandes consensos ya que prefiere asumir el rol de “vanidoso útil del separatismo” -como sostiene la astuta parlamentaria Álvarez de Toledo-. Los valores de la Transición española y la concordia nacional están guardados en el cajón del olvido y el actual presidente en funciones encarna el mayor desprecio y desafío a estos valores mediante sus pactos con secesionistas y filoterroristas, su amenaza al principio de igualdad entre españoles recogido en nuestra Carta Magna y su desdén hacia la institución monárquica encabezada por Felipe VI.

A pesar de todo ello, el secesionismo catalán recibió un duro varapalo, habiendo perdido hasta 9 escaños pero aún así la llave de la gobernabilidad de España recae sobre estos grupúsculos independentistas. Concretamente, el prófugo de la justicia, C. Puigdemont tendrá en su mano la opción de investir al Sr. Sánchez como Presidente del Gobierno. Es sin lugar a dudas una gran paradoja que aquellos que amenazan nuestra legalidad, exigen un referéndum ilegal adherido al derecho de autodeterminación, piden la condonación de 70.000 millones de euros de deuda de la autonomía catalana y una ley de amnistía tengan en su mano la conformación del futuro ejecutivo de España. No duden que el nulo castigo electoral que ha sufrido el Sr. Sánchez fomentará no solo la repetición de muchas de sus calamidades y atrocidades políticas de distinta índole, sino que subirá el nivel para ceder de forma más ancha y flexible al beligerante e insaciable nacionalismo vasco, catalán y gallego. Podemos concluir que es absolutamente intolerable e impermisible que la conformación del futuro gobierno de España dependa de aquellos que quieren romper España, desean el mal a nuestra nación en todas sus esferas y atacan frontalmente todos nuestros pilares democráticos y sus instituciones.

A mi juicio, el Partido Socialista debe iniciar una profunda reforma y renovación que comience por la expulsión del actual líder Sánchez que representa en forma de tándem con la ideóloga de Sumar, Yolanda Díaz los valores políticos de corte más social-comunista y extremista, para así reemplazar estos ideales radicales por unos socialdemócratas como antiguamente, impulsados por un líder dotado de un sentido de estado profundo y con gran perspicacia política. González, Guerra, Solchaga, Belloch o Leguina son algunos de los históricos socialdemócratas que sin duda arroparían una renovación del partido, siendo esta muy necesaria para el equilibrio de nuestra democracia, nuestro sistema de partidos y nuestra solvencia gubernamental.

Por todas estas razones, deseo que el futuro de España no dependa de separatistas, golpistas o filoterroristas ya que así nunca prosperará nuestra nación. Por el contrario, espero para España que los dos grandes partidos se instalen en la senda de la estabilidad política y sean del signo político que sean, los próximos gobiernos se enmarquen en el respeto a nuestros pilares democráticos y en la máxima lealtad a nuestras instituciones así como también impelen el cambio de nuestra actual Ley Electoral que ha cosechado el abultado número de escaños que ostentan las diferentes agrupaciones separatistas con respecto al número de electores que poseen

 

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