Una guía editada por el Gobierno rememora el origen franquista del CSIC

Está promovida por la Secretaría de Estado de Memoria Democrática y dirigida a adolescentes

Forma parte de la colección "Hacer memoria", una colección de guías prácticas orientadas a adolescentes promovida por la Secretaría de Estado de Memoria Democrática y perteneciente al catálogo de publicaciones de la Administración General del Estado. Bajo el título de El árbol de la ciencia, una de las guías que coordinan los investigadores del CSIC Antonio Lafuente y Francisco Ferrándiz rememora los orígenes franquistas de esta institución. 

En la introducción, el texto se pregunta si "podemos conservar y apreciar nuestro legado científico e histórico y a la vez marcar distancias con el pasado y con quiénes lo hicieron posible" y recuerda que el Consejo Superior de Investigaciones Científicas es "una institución del franquismo" y, como tal, resultaría imposible entenderla sin conocer su pasado. 

Así, lleva a su portada el primer logotipo que se diseñó para el CSIC, que finalmente resultó desechado unos meses antes de su apertura, en 1939, en los primeros compases del franquismo. Los símbolos del franquismo acompañan a una representación del árbol de la ciencia que propuso Ramon Llull en esta imagen, que forma parte del Archivo Histórico de la Residencia de Estudiantes

El diseño incluye asimismo referencias al catolicismo: en el árbol, la teología aparece como el tronco del que parten las ramas de las demás ciencias y saberes. Constituye "el ideal de la unidad cristiana de la ciencia", en una referencia a la aspiración a consolidar "una nueva ciencia al servicio de la religión católica", según indica el propio texto. Recuerda también el frontispicio de la fachada de la institución, que representa la subordinación de todas las ciencias a la fe católica

El autor es Lino Camprubí, profesor e investigador de la Universidad de Sevilla especializado en historia, filosofía de las ciencias y las técnicas y su conexión con la política. A lo largo de la guía, Camprubí evoca los orígenes de esta agencia estatal para la investigación científica y el desarrollo tecnológico, que nació de las conversaciones entre el científico José María Albareda, que se convertiría en su secretario general, y el jesuita José Ibáñez Martín, que más tarde sería ministro de Educación. 

 

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