Javier Fumero

Recién nacido en cueros y a la intemperie

Fachada de la Sede del Tribunal Constitucional, en Madrid
Fachada de la Sede del Tribunal Constitucional, en Madrid

Tengo dudas. Por eso lo planteo aquí. Porque ponerlo por escrito me obliga a razonar. Y también por si alguno quiere comentar más abajo lo que opina sobre esta cuestión. He escuchado a algunos analistas explicar estos días que la ofensiva desplegada por el Gobierno para complacer a Cataluña y, a su modo de ver, desactivar el independentismo puede ser tanto un problema para España (lo está siendo) como una oportunidad.

Podemos salir fortalecidos de esta situación, explican. Nuestra joven democracia jamás había sido atacada de esta forma desde el propio Ejecutivo en los años que lleva vigente. Eso es un drama, un grave riesgo para el país, pero también puede ser una ocasión de madurar, de crecer.

Los argumentos que se utilizan son los siguientes. Por lo pronto, podemos aprender a no dar nada por supuesto. La ofensiva socialista demuestra que el sentido común no viene instalado de serie en la clase política nacional. Cualquiera puede organizar un zipi-zape de aquí te espero y poner en riesgo hasta lo más sagrado sin que se le caiga la cara de vergüenza. Podremos ser más precavidos en el futuro.

Después, la sociedad civil está siendo interpelada como nunca antes para que abandone su zona de confort y se movilice en defensa de esos grandes valores, como son la justicia, la convivencia, la equidad, la unidad de un país, la legalidad… El ataque, por ejemplo, a la división de poderes es insólito, con un portavoz del principal partido en el Gobierno jactándose de dar “toques de atención” a conveniencia al poder legislativo. Es de traca. Y es buena noticia, dicen algunos, observar movimientos de concienciación capaces de provocar un efecto benéfico a medio plazo.

Además, concluyen, es bueno que cada cual se retrate. La extraordinaria situación que vivimos no permite equidistancias. Hay que tomar partido. Eso evita el pasteleo, los camuflajes, la tibieza en general.

Hasta aquí, los argumentos que avalan los posibles beneficios que podemos sacar del momento político que estamos viviendo. Sin embargo, yo no tengo tan claro que esto sea así. Y lo explico utilizando una vieja leyenda que escuché alguna vez sobre un pueblo muy bruto, muy bruto, muy bruto. Tanto que, para asegurar que la población crecía sana y robusta, las matronas dejaban a los recién nacidos una noche a la intemperie, por fuera de la ventana: si el bebé sobrevivía, la criatura tenía asegurada la llegada a la vejez. En caso contrario, decían, no había mucho que llorar: era un enclenque que se iba a marchar tarde o temprano.

Nadie en su sano juicio puede defender la estrategia del recién nacido en cueros en la ventana como método de contraste para temas serios. Es un procedimiento bastante inhumano, arriesgado y tosco. Máxime cuando tenemos a un grupo parlamentario dándose prisa en aprobar normas a medida de delincuentes condenados, miembros electos de partidos empeñados en destruir España.

Y especialmente cuando tenemos a un partido en el Gobierno que ha decidido modificar tres leyes orgánicas (Código Penal, ley del Consejo del Poder Judicial y del Tribunal Constitucional) utilizando una proposición de ley que se tramita por vía de urgencia, sin comparecencias, ni informes de órganos consultivos.

Más en twitter: @javierfumero

 
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