Javier Fumero

Sacar del debate político cuestiones de especial relevancia

Hemiciclo del Congreso de los Diputados
Hemiciclo del Congreso de los Diputados

El inicio del año parece un buen momento para plantearse retos ambiciosos. Algún cínico se apresurará a recordar que la vida real te saca rápido el entusiasmo. Pero a uno le gusta pensar que así, con audaces propósitos de mejora, es como hemos progresado modestamente en estos años. Por eso, sigo con ello. Y en este arranque del año estoy dándole vueltas a un asunto relacionado con lo sucedido en la vida política española las últimas semanas de diciembre: la necesidad de sacar del debate político algunas cuestiones de especial relevancia.

Lo expongo simple y llanamente: ¿Se imaginan que nuestros dirigentes fueran capaces de llegar a acuerdos transversales sobre temas tan importantes para los ciudadanos como la Educación, la Sanidad, la Justicia, la Dependencia, el Medio Ambiente, el Empleo o las Pensiones, por ejemplo? ¿Se imaginan?

Si se fijan, se trata de cuestiones sobre las que podríamos ponernos de acuerdo. En su mayoría, se sustentan sobre cuestiones técnicas, números y enfoques disciplinares pero, desde tiempo inmemorial, es terreno que se aprovecha para dirimir batallas ideológicas: el pulso entre el Estado y la iniciativa privada, el destino que se le da al dinero que se recauda a través de los impuestos, las posibilidades que ofrecen para influir sobre los demás…

Sin embargo, en estas cuestiones a las que me he referido se dirimen asuntos que no deberían generar controversia: el cuidado de los más vulnerables, la importancia de capacitar mejor a los jóvenes, la atención de nuestros mayores, la búsqueda de un equilibrio entre el servicio al mayor número de personas (con la mejor calidad que se pueda) y la rentabilidad del sistema, la proporción entre lo que se da y se recibe, la mayor independencia posible a la hora de impartir justicia…

Creo que la clave está en dar con políticos que tengan la suficiente altura de miras como para dejar a un lado filias y fobias, el parlamentarismo de trincheras, y sientan verdadera pasión por el bien general de las personas.

También se requiere sincero amor por la verdad. No pasión por ‘la verdad de los míos’, sino atracción por la verdad de las cosas. De ese modo, cuando se llegue a esa difícil encrucijada de tener que elegir sobre las cuestiones antes citadas y haya varias opciones legítimas, optarán por la que sinceramente crean más beneficiosa para la sociedad, no para ellos mismos o sus partidos políticos.

No me negarán que se trata de uno de los mejores regalos de Reyes Magos que podríamos recibir.

Más en twitter: @javierfumero

 
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