La izquierda se enrabieta y se echa a la calle

Manifestación a favor de la tercera república.

Han perdido unos cuantos ayuntamientos, entre ellos el de Madrid, y no han tardado ni medio segundo en echarse a la calle. La izquierda se ha enrabietado. No soporta que les hayan desplazado y se va a notar. Lo vamos a notar.

Pronto empezarán a proliferar en Madrid manifestaciones diciendo que nos envenenamos por la contaminación. Son esas protestas que desaparecieron absolutamente con Manuela Carmena en la Alcaldía, y que han echado a andar cuando al nuevo equipo aún no le ha dado tiempo ni de sentarse en los despachos.

Con Carmena, en 19 de las 24 estaciones existentes en la ciudad ha aumentado la contaminación desde que se puso en marcha Madrid Central. ¿Alguien se echó a la calle para denunciar ese incremento de la polución atmosférica? Nadie.

Otro ejemplo. Pronto empezaremos a escuchar que en Madrid miles de niños pasan hambre en verano, para demandar que se abran los colegios públicos con el fin de atenderles. Es algo que ya manejó la oposición de izquierda con la anterior corporación pero que dejó de esgrimir en cuanto Carmena llegó a la plaza de Cibeles. De un día a otro, los hambrientos habían desaparecido. Un milagro. Y ahora volverán. Otro milagro.

Apenas tomar posesión el nuevo equipo municipal, activistas de Greenpeace bloquearon la calle Alcalá, para protestar por los planes de supresión de Madrid Central. El alcalde, Martínez Almeida, comentó esa mañana que a los manifestantes les sobra tiempo libre para movilizarse, mientras que el resto de los mortales tienen que trabajar.

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No solo en Madrid. En Pamplona, a la izquierda abertzale, que acaba de perder el ayuntamiento, le han faltado minutos para echarse a la vía pública y manifestarse violentamente contra el nuevo alcalde, al que acorralaron cuando desfilaba con motivo de las celebraciones de San Fermín. Es su estilo y lo cultivan primorosamente.

Cuando gobierna la derecha, todos los problemas, hasta entonces inexistentes o poco relevantes, se multiplican. Lo mismo ocurre con la organización de protestas de todo tipo: manifiestos, concentraciones, marchas... Cuando la izquierda toma el mando, las dificultades desaparecen como por ensalmo, y con ellas las movilizaciones. ¡Maravillas de la política! ¡O de la incongruencia!

Aunque a lo mejor hay que concluir que la izquierda se toma sus asuntos más en serio que la derecha. Y que está más resuelta a pelear por ellos.

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