La obligada dimisión de AOC

Amélie Oudéa-Castéra (Foto: AFP7 / Europa Press).
Amélie Oudéa-Castéra (Foto: AFP7 / Europa Press).

Amélie Oudéa-Castéra (AOC) era hasta hace unos días una triunfadora, exponente de la élite política y económica francesa, posición a la que parecía destinada desde la cuna: tanto sus padres como diversos parientes eran importantes directivos de grandes empresas. AOC destacó desde la infancia en el deporte del tenis:  En 1992 ganó la Orange Bowl y como junior alcanzó las semifinales del Open de Estados Unidos, de Roland Garros y de Wimbledon. Fue tres veces campeona de Francia en las categorías juveniles. A pesar de esos éxitos, dejó de lado la carrera tenística para concentrarse en el estudio: licenciatura en Derecho por la Sorbona, diplomas en el Instituto de Estudios Políticos de París, en la Escuela Superior de Ciencias Económicas y Comerciales (ESSEC) y en la Escuela Nacional de Administración (ENA). En esta última, en la promoción del 2004, la misma de Emmanuel Macron. Una trayectoria ejemplar, una carrera de libro. Con ese bagaje, tanto la empresa privada como la administración pública le abren sus puertas, lo que AOC aprovecha con esfuerzo y ambición. Uno de sus futuros colaboradores la definirá como “una máquina de guerra”.

En 2006 contrae matrimonio con Frédéric Oudéa, colaborador en su día del presidente Sarkozy, directivo de la Société Générale de 2008 a 2023 y, desde esta fecha, presidente del Consejo de Administración de la farmacéutica Sanofi. Un matrimonio perfecto, bendecido con tres hijos.

AOC comienza a trabajar en la Cour de Comptes, el equivalente a nuestra Cámara de Comptos, donde estará hasta 2008, en que ficha por AXA. Simultáneamente, en 2009 entra en el Consejo de Administración del Centro Nacional para el Desarrollo del Deporte. Acumula otros consejos de administración: Plastic Omnium y Eurazeo. En 2018 deja AXA y ficha por Carrefour como directora de comercio electrónico, data y transformación digital, con una remuneración anual de 1,4 millones de euros. Desempeñará este trabajo hasta 2021, año en que el tenis la reclama de nuevo:  forma parte de la candidatura de Gilles Moretton en las elecciones para la Federación Francesa de Tenis. Ganan, y el presidente Moretton la nombra directora general (con un sueldo de 500.000 euros).  

En 2022 Macron es reelegido presidente y llama a su compañera de promoción en la ENA: AOC asume el Ministerio de Deportes y Juegos Olímpicos en el gabinete presidido por Élisabeth Borne. Su gestión va a estar marcada por sonados enfrentamientos con los presidentes de federaciones tan importantes en Francia como las de fútbol y rugby. AOC es implacable y no le tiembla el pulso para liquidar camarillas corruptas. También “pone orden” en la Federación de Tenis, terreno conocido, lo que se traduce en el despido o marcha voluntaria de más de 200 empleados: una auténtica limpia.

Macron parece apreciar la energía de su ministra, pues el 11 de enero de 2024 AOC se hace también con el Ministerio de Educación y Juventud, donde sucede a Gabriel Attal, nuevo primer ministro.

Se sobreentiende que la gestión de AOC ha estado acompañada de polémica desde el inicio. No voy a entrar en detalles y me ceñiré a la gota que ha hecho rebosar el vaso de la indignación popular.

El escándalo estalla al día siguiente de su nombramiento, el 12 de enero: L’Obs y Mediapart, medios críticos con el Gobierno, publican que el matrimonio Oudéa lleva a sus tres hijos al colegio privado y católico Stanislas, con fama de conservador y elitista (es también el colegio con los mejores resultados académicos de Francia). AOC se disculpa afirmando que antes iban a un centro público, pero que los ha cambiado debido a las numerosas horas lectivas perdidas por ausencias injustificadas de los profesores. Resulta que, en realidad, la causa del traslado fue más bien la negativa del colegio público a autorizar que el hijo mayor adelantara curso. Por otra parte, ese muchacho tan sólo había cursado unos meses en la primaria del centro público.

Al margen de que la actuación de la ministra reabrió en mala hora un viejo debate que enfrenta a la educación pública con la privada, lo que ha indignado a la opinión pública no ha sido tanto el hecho de que lleve a sus hijos a un colegio elitista, sino la mentira al dar cuenta de su decisión. A pesar de que AOC se haya disculpado por su faux pas, la situación se hizo insostenible y el 8 de febrero presentó su dimisión. No llegó a cumplir un mes al frente del ministerio. Macron continúa apoyando a su amiga, que sigue al frente del Ministerio de Deportes y Juegos Olímpicos.

Francia no pasa por un buen momento: un Estado anquilosado se enfrenta a serios problemas de una sociedad harta y soliviantada. Pero, aun así, la cultura política no tolera la mentira, incluso en asunto de poca monta: el mentiroso tiene que irse. Huelga la comparación con nuestro país.

 
 

Alejandro Navas

Sociólogo

Pamplona, 22 de febrero 2024

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