Las lágrimas de Arantxa

Ayer vi a Arantxa Sánchez Vicario derramar lágrimas en público, al término de la presentación de su libro.

Y me costó creer en la sinceridad de esas lágrimas. Lo cuento como lo pienso.

El trago amargo tendría que haber sido, mucho antes. Cuando decidió escribir un libro en el que arremete contra sus padres. Cuando lo escribió y lo rubricó con su nombre. Cuando, hace pocos días, hizo declaraciones en la prensa a toda página.

No sé si tiene razón Arantxa, en las acusaciones que formula sobre la administración o no de sus dineros. Pero me parece que no es asunto para solventar a los cuatro vientos. A más a más cuando ya tiene en marcha cuatro procesos judiciales. Que hablen los tribunales.

¿A qué ha venido ahora publicar tal libro? Me parece una iniciativa lamentable, que, desde mi punto de vista, tampoco le va a ganar muchos admiradores.

Habiéndole visto luchar con tanta fiereza en las pistas, con una garra y una energía portentosas. Pensando en el presente, en la decisión de desnudar a su familia en público. Contemplando ese colocarse ante las cámaras y los micrófonos para presentarlo. Ante todo ello, me resulta complicado imaginármela acomplejada, acoquinada, manejada y maniatada por su madre durante tantos años. No me cuadra.

Arantxa Sánchez Vicario ha sido una magnífica tenista. A la que agradezco tantos instantes de gloria como ha brindado a una generación de españoles. Pero hoy no puedo estar a su lado.

Se me ha derrumbado un mito. Y lo siento.

 
Comentarios