Aminatu Haidar: Casablanca revisitada

¡No, no! No me refiero al magnífico documental de José Luis Garci en el que homenajea la genial película “Casablanca” de Michael Curtiz. Pero sí estoy pensando en el paralelismo de la trama de esa joya del séptimo arte, con situaciones actuales de agresión a la más básica libertad: de expresión, de tener un trabajo y vivienda dignos, de educación de calidad, de estudiar en la lengua materna, del uso de Internet o… de ir a los toros. E incluso con el amenazado derecho a la vida, desde el momento de la concepción hasta la muerte natural.

Paciente lector, este ejercicio de ficción puede resultar muy tonificante para nuestra salud ciudadana, pero lo ha de hacer cada uno. Por ejemplo, la asociación de ideas nos acerca al aeropuerto de Guacimeta, en Lanzarote, donde, como todo el mundo sabe, la salud de la saharaui Aminatu Haidar, en huelga de hambre desde el pasado 15 de noviembre, se deteriora por momentos, mientras Marruecos no le permite regresar con su familia a El Aaiún.

El visado-pasaporte saharaui lo relacionamos en la película Casablanca con un visado para la libertad, como aquel de Ilsa (genialmente interpretada por Ingrid Bergman) y Víctor Laszlo, heroicos defensores de la democracia que huyen del nazismo.

Salir de Casablanca, esa era la prioridad; regresar a El Aaiún, ésta es la necesidad. Pero, ¿quién hará ahora de Rick (Humphrey Bogart en estado puro) que se suma de nuevo a la revolución de la libertad, después de tanta decepción? ¿Quién hará el triste papel del Capitán Renó, prefecto de la policía que, siguiendo al gobierno de Vichy, va con los vientos y se somete al poder nazi?

¡Cuánto “Ugarte” aprovechado y vividor! ¡Qué detestable el Mayor Strauss, el jefe alemán que, enemigo de cualquier libertad, intenta evitar que los clientes del café canten La Marsellesa, símbolo de resistencia frente a la dictadura!

Nos impacta la sagacidad de Rick. ¡Qué buenos amigos para él son Sam y el maitre del café! Y nos atrae su cambio que le transforma de romántico luchador sólo por su propia causa, en un generoso y audaz abanderado que, tras “pensar por los dos”, como le pide Ilsa, acaba dándolo todo.

Sí, ¡tócala, Sam! Toca “El tiempo pasará” para que produzca, a fuerza de nostalgia y de pasión, una catarsis entre la gente para que no nos conformemos con “ir con los vientos”.

Ya lo decía la Ganhi saharaui el año pasado y pocos le hacían caso: “Basta de silencio y complicidad con el gobierno marroquí”. Y lo dice ahora, desde su “secuestro” en Lanzarote: “Nunca pensé que España podría ir contra los Derechos Humanos. Trata el tema del Sáhara con mucho silencio, pero nunca pensé que hasta tal punto”.

Pues ¡ea!, sobran “Nevilles Chamberlaines”, miopes de la realidad, pusilánimes y sin criterio; y “regímenes de Vichy”, insustanciales por colaboracionistas con tiranías que imponen la ignorancia y el todo vale.

 

Tal vez algún constitucionalista denodado apoye la causa de la libertad, por más difícil que sea. Por ahí va, por ejemplo, la diputada de UPyD, Rosa Díez, que el domingo entregó en mano una carta de Aminatu Haidar a sus hijos. "Cuidaos mucho. Vuestra mamá, que piensa a cada instante en vosotros”, dice parte de la misiva.

En fin, no olvidemos los dos grandes premios que Haidar obtuvo en EE UU en 2008 y este año, concedidos por su defensa de los derechos humanos en el Sáhara Occidental por la Fundación Robert Kennedy -se lo impuso el senador Edward Kennedy- y la Fundación Train.

Puede parecer algo pequeño o simbólico, pero el gobierno de España puede estar colaborando en una agresión a los derechos humanos y eso no lo puede tapar nadie.

O, ¿es que acaso no sabía el Sr. Zapatero que Aminatu Haidar fue detenida en 1987, que permaneció desaparecida durante "tres años y siete meses", en los que sufrió torturas e interrogatorios, viviendo sin "ninguna relación con el mundo exterior" y en condiciones "infrahumanas”, que en 2005 fue encarcelada nuevamente tras ser apaleada durante una manifestación a favor de la independencia en la ciudad ocupada de Smara?

Pues, que se olviden quienes quieran retenernos, como sea, en esta “Casablanca” ocupada por el cinismo y la indolencia. Más pronto que tarde, la convertiremos en un “París” libre, con trabajo para todos. Y feliz y romántico, ¿por qué no?

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