Claudicación, o "de perdidos, al río"

No da igual ocho que ochenta. No es cualquier cosa humillar al inocente y disculpar al asesino. No tiene pase favorecer la impunidad de terroristas como algunos lo están haciendo un día sí y otro también.

Como si se tratara de unos “Encuentros en la tercera fase” a lo Spielberg de 1997, estamos asistiendo a la ceremonia de la confusión total, por lo que respecta a conseguir el final definitivo y real de la banda terrorista ETA. Con los tejemanejes que venimos sufriendo desde hace ocho años, todos de cara a la galería, el engaño está servido. Pero una cosa es que la gente mire hacia otro lado y otra que se deje engañar. Y esto es lo que de ninguna manera va a ocurrir con la conferencia del pasado lunes.

Hemos de llamar a las cosas por su nombre y asistimos a una claudicación en toda regla. Se mire por donde se mire, es el Estado de derecho a los pies de quienes matan para imponer sus ideas. ¿En qué país permitirían un ingerencia tan salvaje en su acción política?

Es necesario tener conciencia histórica, que no es lo mismo que la memoria histórica revanchista y rencorosa que algunas gentes quisieran estimular a cada paso y en cada calle.

Es imprescindible hacer pedagogía de que las leyes se han de poder cumplir, y se han de hacer cumplir, y de la alta dignidad y el ascenciente que un verdadero Estado de derecho tiene. ¿Cómo transmitir todo eso a los más jóvenes si no es vivido en casos evidentes como es la lucha antiterrorista?

Es urgente salir de la trampa farisaica de quienes dicen buscar una "solución democrática al conflicto vasco", sin vencedores ni vencidos, o sea con la consecución de fines políticos mediante el asesinato, la tortura y la extorsión.

Y para muestra un botón. Mientras excelentes profesionales de la información han sido despreciados, e insultados en su ecuanimidad estos últimos días, por el sencillo hecho de opinar que sólo ETA se esta beneficiando de esa absurda “conferencia de paz” de San Sebastián del pasado lunes, muchos medios de comunicación contemporizan con una situación de flagrante injusticia y bárbara condescendencia con los criminales. ¡Hasta aquí hemos llegado!

¿Es maldad? ¿Es incultura? ¿Es insania? ¿Es cerrilismo? O tal vez cálculo artero de quienes, ya entrenados en usar cualquier medio, y como sea, sólo buscan atajos, aun a costa de ahogar los principios más básicos de cualquier buena convivencia, con tal de salir airosos de un cínico embrollo en el que ellos mismos se metieron.

Por eso, la expresión "de perdidos... al río", viene muy al caso, especialmente cuando se interpreta como cuando alguien que está desnortado y no sabe por dónde ir, se lanza precipitadamente a un peligro mayor, con riesgo de salir todavía peor parado. Lamentablemente, eso creo que pasa con parte de nuestros dirigentes políticos. Y, entonces, los ciudadanos habremos de transmitirles la única pedagogía que entienden, esto es, retirarles la confianza en las próximas elecciones.

 

Y sobre la desinformación provocada por los mass-media, pues lo mismo. ¡Al tiempo!

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