Europa en la encrucijada

Y sobre eso una comparación, salvando las distancias, claro, pues tal vez conozcan la historieta de los tres prisioneros a quienes su rey ofrece la libertad inmediata si uno de ellos adivina el color de su sombrero, teniendo en cuenta que están para poder repartirse tres sombreros blancos y dos negros.

Cada uno ve el sombrero de los demás, no el suyo propio. Se da lo que en cualquier situación social, que la información es incompleta y únicamente si están coordinados, los datos serán globales y producirán un beneficio seguro.

Y en el caso de nuestra historieta, supongamos que el rey colocó a cada uno de los tres uno de los sombreros blancos y guardó los dos negros. Así, el prisionero A, ve el sombrero de B y el de C, que son blancos. La alternativa de A está en que su sombrero puede ser blanco o negro. Los tres presos desean resolver su particular problema. Pero para tener éxito A debe pensar: si mi sombrero fuera negro, B habría ya contestado, pues el silencio de C prueba que el sombrero de B no es negro (si C hubiera visto dos sombrero negros, su respuesta habría sido automática). En fin, si no tienen en cuenta que el problema es común, ninguno puede resolver el dilema personal.

Puede ser una comparación simple pero pienso que, de igual manera, los miembros de una sociedad pueden y deben ponerse en el lugar del otro, pues sólo existe mejora estable cuando se atiende a las alternativas de todos. Hay que contar con la información-libertad-compromiso-confianza de los demás. ¿No les parece que así estamos en Europa? ¿No les parece que es un lastre las excesivas seguridades a las que una sociedad consumista y materialista nos aboca? Tal vez sea esa inercia comodona y estatalista la que nos evita poner en juego la voluntad firme en las decisiones, a veces con riesgo, con lo cual se bloquea el crecimiento que supone poder elegir en libertad, en sana competencia.

La escasez de recursos no puede ser la escusa para cambiar drásticamente de objetivos. Y, hoy más que nunca, los economistas ponen de relieve que la técnica y la ética guardan una relación muy estrecha.

No es humano tener miedo a la libertad, como no es humano derivar los recursos de todos para unos pocos de manera injusta. Es el tiempo de la valentía para desenmascarar falsas alternativas que de ser aceptadas limitarían o degradarían las relaciones humanas.

Urge administrar bien una complejidad de alternativas que permitan y promuevan el progreso de todas y cada una de las personas y de las naciones. ¿Lo tienen en cuenta Angela Merkel, Nicolas Sarkozy...? Esperemos que sí. Y nuestros gobernantes, actuales y futuros, también.

Y Cameron insiste: "la ruptura de la eurozona no sería bueno para los intereses nacionales británicos"...

 
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