Europa se escapa. Solos ante la crisis, los Juegos Olímpicos en el aire y la III República llegando

Que nos han vuelto a coger con el paso cambiado. Que mientras Europa –al menos la Europa en la que según Rodríguez Zapatero estamos a la cabeza- comienza a ver brotes verdes, nosotros seguimos con brotes más bien secos. La diferencia es que en esos países todos ven los brotes verdes y aquí sólo los ve Elena Salgado, que para eso es la vicepresidenta de la cosa económica.

El caso es que mientras los europeos, además de conmemorar la Segunda Guerra Mundial, comienzan a salir del agujero de la crisis, nosotros estamos dedicados a la frustrada luna de miel de Cospedal, a las cifras del paro, a los 420 euros y a la III República de Cayo Lara.

Y es que ir a ver al Rey, con pin y sin corbata, para explicarle cómo le quieren dejar en el paro es de traca –que diría Rita Barberá- y además tiene mucho mérito y, por muy comunista que se sea, hay que echarle valor. Porque ir a una manifestación con la bandera tricolor tiene un pase y no deja de ser divertido, pero hacerla ondear en los salones palaciegos de La Zarzuela es muy heavy. Es como si el Rey le hubiera dicho: Oye Cayo, que voy a por ti y a intentar que vuelva Llamazares. Un trago.

Para tragos los de Trinidad Jiménez -¡qué tiempos aquellos de la chupa de cuero!- que la pobre está en un ¡ay! Y va de grupo de riesgo en grupo de riesgo, sin darse cuenta que en España grupo de riesgo, lo que se dice grupo de riesgo, el gobierno de Rodríguez Zapatero; que nos tiene demostrado hasta la saciedad –en frase manida- que no acierta ni cuando se equivoca o ¿era cuando rectifica?

La política es lo que tiene. Ha sido leer el informe del CIO y ya se empieza a especular con la continuidad de Ruiz Gallardón al frente del consistorio madrileño. Claro que él se ha apresurado a cargar con todas las responsabilidades y eso le honra, pero al menos hay que darle el mes que queda hasta octubre para que nos digan qué hay de lo nuestro, antes de empezar a hablar sobre su futuro político.

Lo que pasa es que el mal ejemplo cunde y ahí está Jordi Sevilla –los malévolos le califican como el profesor de economía de Rodríguez Zapatero- que a pesar de su evidente fracaso como docente de políticos legos en finanzas, va a tener un puestazo en una importante empresa. Claro que a lo mejor la empresa que ficha a Ruiz Gallardón es la que tiene su sede en el La Moncloa. ¿O no?

Y hablando de Mariano Rajoy, el debut en la plaza de toros de Valencia ha sido digno de José Tomás, sin el traje manchado, pero el mismo éxito de público. El coso de la calle Ruzafa estaba a reventar y los gritos de presidente, presidente, tenían un gran sabor a esos de torero, torero.

Aquí todo, sobre todo en política, es limitado y temporal. Por ejemplo lo de los 420 euros no ha podido ser más temporal en el tiempo, valga la redundancia, ha durado poco tal y como salió del consejo de ministros extraordinario. Que es lo que dicen algunos ministros, deje usted la playa, las chanclas y el chiringuito –si es que queda alguno- coja el coche, la corbata –con perdón de Cayo Lara- y véngase a Madrid, para escuchar lo de los 420 euros y que al final se quede en nada de lo que se había decidido. Otro trago.

Y a esperar a la semana que comienza para ver si de verdad se abre el curso político con algo serio, porque por el momento lo más serio son los besos que a diestro y siniestro reparte la ministra de Sanidad y el augurio de Celestino Corbacho de que no llegaremos a los cuatro millones y medio de parados. Con un par.

 
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