El Gobierno, los ministros por supuesto, entonan los ‘mea culpa’ y empiezan a contarnos las penas que no nos dejaron ver en la campaña electoral

Si es que un día vamos a tener una desgracia. Ya lo ha dicho el ministro de Justicia, Fernández Bermejo, que seguimos con las reminiscencias del franquismo, y así va la cosa de los tribunales. Pero ni hay caos ni nada, lo que hay es un retraso endémico provocado por el franquismo. O sea, que avanzando, avanzando con este gobierno de progreso vamos a llegar a lo de la ‘pertinaz sequía’.

Y Pedro Solbes… Circula ‘por los ambientes’ un chascarrillo: ¿En qué se parece Sollbes a un penalty? Pues en que es la máxima pena. Cuando hablaba en plena campaña electoral tampoco es que el hombre fuera unas castañuelas, pero es que ahora cuando llega al Congreso y nos habla de la desaceleración, no es que hable, es que solloza, y hasta entre gimoteo y gimoteo se le escapa la palabra maldita, y va y dice ‘crisis’. Solbes, un creador de frases, cuando dice aquello tan sentido de: ‘El proceso de incremento del paro, probablemente, se esté acelerando algo’. La próxima vez, si lo dice por bulerías, se sale.

Los ministros se lanzan al ruedo y nos cuentan las desgracias que ni se mentaban en la campaña electoral, y hasta Rubalcaba quiere ‘fajarse’ con le emigración, que es que no puede ser esto, hombre.

Y así, van pasando los días, y en cuanto nos descuidemos tenemos aquí algunas elecciones autonómicas, las europeas y hasta el referéndum de Ibarretxe, que ahora lo quiere hacer del bracete del Gobierno de España. A lo mejor, cuando hable con el Lehendakari, Rodríguez Zapatero, dice algo, porque hasta ahora ‘resta callado’ como Don Mendo. La pregunta está en la calle: ¿Es normal que el presidente lance a los ministros a defender lo indefendible? Pues sí, visto lo visto es normal y, además, Rodríguez Zapatero está dedicado con Jesús Caldera a hacer del PSOE una referencia mundial de la izquierda progresista. Ahí queda eso.

Otro que ‘resta callado’ es Rajoy. Y ya hasta su segundo gran fichaje –el primero es Manuel Pizarro-, Juan Costa, le dice que hay que dar nombres. También se lo dicen las huestes de Esperanza Aguirre, representadas por el Vicepresidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González. Lo cierto es que nadie sabe si Mariano Rajoy no da nombres porque no los tiene o porque no quiere, pero todo el mundo está en ascuas y con un cierto cabreo. Claro que, como muy bien ha dicho Rodríguez Zapatero, el Partido Popular no debe caer en la ‘desesperanza’. Y es que el humor del presidente del Gobierno de España es proverbial.

Pero hay más voces. Cada uno a su estilo. Aznar habla pero calla y nos ilustra sobre lo importante que en política son las decisiones (?), y Mayor Oreja dice que son los veteranos los que tienen que solucionar el problema, y Camps habla de marejadilla en el PP. Todo aderezado con las uñas y los dientes de Soraya Sáenz de Santamaría que, cuando se pone brava, tiemblan los cimientos del palacio de la Carrera de San Jerónimo.

Con lo del cambio climático puede temblar cualquier cosa. Ya nos tiene dicho Caldera que a él el paro no le preocupa, que lo que de verdad le preocupa es el cambio climático. Debe ser por lo de la referencia mundial de la izquierda.

Pero ya son muchas las voces que se alzan y que piensan que al Gobierno, además de las referencias y del cambio climático, le debería de preocupar el paro. Y la inflación, y la crisis económica, y la situación de la construcción, y el porvenir del turismo, y los nacionalismos, y ANV, y el referéndum del Lehendakari, y los problemas de idioma en la sanidad vasca o en los colegios catalanes y hasta en las mariscadas gallegas.

Y que nadie caiga en la desesperanza. Todo está manos de la Vicepresidenta Fernández de la Vega, que sigue velando por nuestro bienestar democrático y ahora nos va a traer la libertad religiosa, tal como Franco  nos traía el agua a los pantanos cuando aquello de la pertinaz sequía y del caos en la administración de justicia, que ya sabemos que viene desde entonces.

 
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