Madrid: Ni éxito, ni absoluto, ni sin paliativos

Los madrileños seguimos de suerte. Desde que Manuela Carmena y su equipo, nos han devuelto la libertad, la democracia y la capacidad de decidir que habíamos perdido con los anteriores ediles, no pasa un día sin que tengamos un suculento bocado populista que llevarnos a la boca.

Ahora, acabamos de decidir -democráticamente, por supuesto- lo queremos que sean la Plaza de España y la Gran Vía; y es que Manuela Carmena no da un paso sin que los madrileños se lo autoricemos. Democráticamente, por supuesto.

Y además, estas cosas siempre las anuncia Rita Maestre. Lo que pasa es que la portavoz, tiene un problema de credibilidad porque se empeña en negar la evidencia, en decir lo contrario de lo que la gente está viendo y claro, así no hay manera. Por mucho que se esfuerza en dar una imagen de Mary Poppins –meliflua y bondadosa- venida a menos, no consigue que nadie se crea sus mentiras. Es lo mismo que diga que entró en una capilla medio desnuda, porque pasaba por allí o que nos cuente lo contentos que están los policías municipales con el nuevo equipo (el de vestir y el de los que mandan). Nadie la cree.

Dice Maestre, que la consulta realizada entre tres millones de madrileños, para decidir la nueva fisonomía de la Plaza de España y el cómo de la Gran Vía, ‘ha sido un éxito absoluto y sin paliativos’ y que se ha comprobado las ganas y el interés de los madrileños por participar en estas consultas.

Pero claro, mientras Rita Maestre entonaba su aleluya -con aires de institutriz británica entreverada de hada buena- nos enterábamos de que al éxito absoluto y sin paliativos, con tremendas e irrefrenables ganas de participar –democráticamente por supuesto- han contribuido, más o menos, unos doscientos mil ciudadanos.

O sea que doscientos mil madrileños entre tres millones de posibles ‘opinantes’ han decidido lo que quieren que sea el paisaje de Madrid en dos zonas tan sensibles.

Pues lo quiera o no Rita Maestre, se trata de un fracaso absoluto y también sin paliativos

Y en cuanto al irreprimible deseo de los madrileños por participar, a la vista de las cifras, es evidente que se trata de un deseo más bien reprimido y que unos dos millones ochocientos mil, han hecho un absoluto y sin paliativos corte de mangas a la consulta y a los organizadores de la consulta.

O a lo mejor, lo que ocurre es que los ciudadanos tienen miedo de participar. Que es lo que dice mi portero: vas, votas y ¡zas!, Pedro Sánchez decide colocar a Manuela Carmena de alcalde y a Rita Maestre de Mary Poppins sector renovado.

 

Un susto. Democrático, por supuesto, pero un susto.

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