Pío, pío, que yo no he sido

Rodríguez Zapatero nos ha dejado meridianamente claro qué es lo que él entiende por ‘memoria histórica’. Todo consiste en bucear allende los siglos e ir buscando culpables de las situaciones actuales, fundamentalmente de la crisis económica.

Sin la memoria histórica todo se hubiera quedado en cargar las culpas al gobierno de José María Aznar, a la gestión de Bush y, todo lo más a la mala gestión de Jesús Gil al frente del Atlético de Madrid. Pero en ningún caso se hubiera ido mucho más allá.

Ahora que se desentierra a todo el que se deja y hasta a los que la familia no quiere tocar, le ha tocado el turno a los neoconservadores. Y puestos a la cosa de los osarios, el presidente del Gobierno ha focalizado –que diría un cursi- su diatriba en Ronald Reagan.

Reagan fue ese político que hizo desaparecer, prácticamente, el paro en los Estados Unidos, que saneó la economía de aquel país y que lo dejó en magníficas condiciones para poder revolucionar el mundo, entre otras cosas abonando el terreno para la caída del muro de Berlín y el resquebrajamiento del régimen comunista. Un ‘neocon’ de tres al cuarto que hubiera palidecido si hubiera recibido en la Casa Blanca a Rodríguez Zapatero, cosa que no ha hecho Bush, ni sabemos si lo hará el futuro presidente.

Pero lo de menos en este caso es el dato histórico y hasta la memoria. De lo que se trata es de escurrir el bulto, de mirar para otro lado, de echar las culpas al maestro armero, de llamarse andana, de jugar al ‘pío, pío que yo no he sido’.

Un gobernante, tras cinco años ejerciendo, tiene que echarle muchas… narices para afirmar que la culpa de lo que pasa en nuestra economía es de todos menos de su gobierno.

Pero, aún suponiendo que se admita ese razonamiento, lo que no puede admitirse es que las únicas medidas que se tomen para atajar una crisis –la haya provocado quien la haya provocado- sea buscar culpables en los libros de historia y en las ideologías.

Suele bromear el político socialista con el chascarrillo de que la derecha le va a culpar de la muerte de Manolete. No, señor presidente, a Manolete le mató la certera cornada de Islero, pero no por eso los médicos de Linares y los que llegaron desde Madrid dejaron de cumplir con su deber intentando salvarle la vida

El delito de Rodríguez Zapatero y de su gobierno es, primero no admitir el problema, lo haya creado quien lo haya creado, y segundo no hacer nada útil para solucionarlo.

 

A cualquier gobernante le vienen dados una serie de asuntos, más o menos enrevesados, que él no ha provocado pero que él tiene que resolver

Suponiendo que Rodríguez Zapatero gane jugando al ‘pío, pío que yo no he sido’, está perdiendo –y por goleada- como gestor de una situación económica muy grave.

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