Por la boca… Madrid: Reír o llorar

A nadie le cabe la menor duda de que la trayectoria jurídica y municipal de Manuela Carmena está pidiendo a gritos un biógrafo –o por mejor decir un hagiógrafo- que nos vaya relatando su trayectoria vital. Así, curiosidades aparte, nos enteraríamos de qué atavismo, trauma o maleficio de infancia, pubertad o juventud, le viene a esta buena señora la fijación por el automóvil privado. Es una persecución a todas luces enfermiza que no puede ser de ahora. Eso tiene que venir de atrás, de algún episodio negativo que se ha fijado en el subconsciente de la alcaldesa y que, tras alguna pesadilla nocturna, hace que nada más llegar al despacho de la alcaldía se lie a mandobles con todo lo que huela a gasolina y a privado.

Además esa patología es contagiosa. Inés Sabanés o ha sido abducida o participa del mismo síndrome. Que la responsable de la cosa circulatoria hable del plan de movilidad a la vista del caos que se ha montado en el centro de Madrid es para reír o para echarse a llorar.

Sin planificación, sin tiempo, sin un estudio serio y sin encomendarse, a Dios ya se sabe que no, pero por lo menos al Diablo, se cortan arterias importantes para que los peatones las ocupen.

Y lo que es peor: sin referendum. Sin la consulta a esa ciudadanía de tres o cuatro mil, madrileños o foráneos, que han votado, por ejemplo, para lo de la Plaza de España. El colmo. Privar a los madrileños –es decir a tres o cuatro mil- de dar su democrática opinión sobre si hay que embotellar Madrid, es algo que no tiene perdón.

Se ven en los informativos el atasco en la Gran Vía y calles aledañas, se escuchan las quejas de comerciantes, responsables de aparcamientos públicos, parejas que no saben qué hacer con sus paquetes y con el cochecito de su bebé; peticiones más que razonables de aumento de la frecuencia y de los efectivos del transporte público… lo único determinante es la señora Sabanés que –sin referendum ni nada- explica que su evaluación es positiva. Pero ¿qué entiende esta señora por positivo y qué entiende por evaluación?

Por todo lo cuál -y ante el silencio sobre las razones del odio de Carmena al coche privado- habría que convocar un referéndum -en una calle, peatonal por supuesto- para decidir quién nos aclara la fijación y quién se hace cargo de la biografía, mejor hagiografía de la alcaldesa de Madrid.

 
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