Por la boca… Refundar Europa

Partimos de la base de que es difícil refundar algo que no existe. Esa Europa que quieren refundar Merkel y Sarkozy no existe o al menos no es tal y como quieren hacérnosla ver los funcionarios que pululan por Estrasburgo o por Bruselas. Europa es una entelequia que la crisis ha dejado con las vergüenzas al aire.

Pero vamos a conceder al presidente francés y a la canciller alemana el beneficio de la duda y supongamos que refundan Europa partiendo de lo que hay y ordenando el puzle en el que se ha convertido el viejo continente.

Lo primero que se plantearía es por qué ellos y no los demás o, al menos, también los demás. La situación económica de ambos países es evidentemente más boyante o, en según qué casos, menos preocupante que la de otras naciones, pero eso no autoriza a franceses y alemanes a hacer de Europa su propio sayo. Ahí tienen que plantarse otros gobiernos por muy desmantelados que estén.

Entre lo que quieren refundar –y esta es la segunda cuestión que ofrece demasiadas aristas- está el poder meter las narices incluso en los presupuestos de cada país para fiscalizarlos y, en su caso, dictar la normativa que a Francia y a Alemania les parezca oportuna.

Y una vez dictadas las normas, reclaman con más o menos arrogancia la posibilidad de sanciones a los infractores.

La soberanía de los pueblos es algo más serio que la crisis económica, por mucho que la situación apriete, y la libertad de los ciudadanos está por encima de los países dominantes en una coyuntura concreta.

Se dice –y puede que sea verdad- que Rajoy pretende devolver a España el puesto que tenía en el concierto europeo antes del 'vendaval Zapatero' y que quiere que su voz sea oída y tenida en cuenta. Pues si lo va a hacer ha de hacerlo pronto y sin dudar lo más mínimo porque mañana será tarde.

Por mal que estemos, el objetivo es irrenunciable. Lo menos a lo que puede aspirar un país soberano es a administrar su propia pobreza y lo que pretenden Merkel y Sarkozy es decirnos cómo tenemos que ser pobres.

 
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