Por la boca… Como el “Tenorio”, la comedia de los presupuestos siempre vuelve por noviembre

Está decidido de antemano. Se trata de hacer como si discutieran, como si trabajaran, como si se enfadaran, como si negociaran, como si todo estuviera en el aire, para después, salir con aquello de “aprobados en el último minuto”. Siempre comienzan diciendo que no, y acaban diciendo que sí.

Ya están los políticos en plena actuación, más o menos dramática, con eso de la aprobación de los presupuestos. En eso nunca fallan, tienen el papel bien aprendido, las posturas a punto, los paseos por la escena perfectamente ensayados y también, como siempre, al final pasan por taquilla a ver lo que se llevan de la recaudación. Recaudación que para los proetarras de Bildu, serán las amnistías y los acercamientos de presos; para los separatistas de Esquerra sus pagos en Cataluña en forma de votos, aniquilación del español, sus ventajas penales, las vejaciones a España y sus prebendas frente al resto de los españoles; y para los “contables” del PNV –siempre con la mano extendida, delirios separatistas aparte- el cupo.

Pero hasta el momento de llevarse las bolsas políticas, penales, separatistas y dinerarias, hay que dar la cara en el escenario y  son de ver los esfuerzos por parecer inflexibles, de los “rufianes”, las “aizpuruas” y de los “estebanes”, amenazando con unas supuestas enmiendas a la totalidad, con exigencias inadmisibles, con tumbar a Sánchez y con romper la baraja con la que unos y otros hacen trampas a los españoles.

Los muertos que vos matáis gozan de buena salud. Esa frase, es perfectamente aplicable a la aprobación de los presupuestos por mucho que  -no presentadas o rechazadas las enmiendas a la totalidad- comience su discusión en el Congreso. No solamente serán aprobados sin un rasguño, sino que nunca han tenido las más ligeras décimas de fiebre. Todo es falso, como en el teatro.

No hay ninguna negociación que se salga de los intereses de los que sustentan a Sánchez. Ni siquiera hay un tira y afloja, todo es el tinglado de la farsa y como en el “Don Juan Tenorio” (ojo Montero -la de turismo en Nueva York- que sepa que era un machista asqueroso y habrá que prohibirlo), Sánchez hace de Don Juan, los comunistas de Podemos de comparsas de carnaval, Montero (la de la cosa fiscal) de Brígida trotaconventos, Marlaska de Ciutti, Garzón de Butarelli, Bolaños de estatua fúnebre de cementerio por aquello de los “desentarramientos” y Calviño de Don Luís Mejía (en femenino). Y resulta muy disputado, con tanta ministra y tanto “trans”, el papel de Doña Inés, para el que Díaz se coloca en la pole. 

Está decidido de antemano. Se trata de hacer como si discutieran, como si trabajaran, como si se enfadaran, como si negociaran, como si todo estuviera en el aire, para salir después con aquello de “aprobados en el último minuto”. Siempre comienzan diciendo que no, y acaban diciendo que sí. 

Y en medio, escenas de amor contrariado, arrumacos de novicia, desafíos de valentones y chulos, gestos desabridos y palabras altisonantes, fingimientos de celos y hasta alguna “muerte política” de guardarropía.

Todo para que las bases y posibles votantes se crean esa memez de las líneas rojas.

Entretanto sacan beneficios sin mérito alguno porque no les cuestan el menor esfuerzo, porque saben a ciencia cierta que Sánchez hará, dará y cederá lo que le pidan, cuando se lo pidan y en donde se lo pidan.

 

Son cansinos y hasta ridículos en sus actuaciones, porque como en el Don Juan Tenorio, el final lo sabe todo el mundo.

La carcajada: Dice Rodríguez, la de lo territorial y portavoz: “Este Gobierno está haciendo todo lo que tiene que hacer cuando las circunstancias requieren que lo hagamos”.

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