Por la boca… El polifacético

Politólogo, sociólogo, analista internacional, experto en demoscopia, consultor electoral, muñidor de acuerdos entre países, avanzado allende los mares, mano derecha de bancos europeos, hacedor de unidades monetarias, perito en declaraciones fiscales y diestro elaborador de facturas, consejero y mano derecha de líderes políticos, creador de ideas y formas políticas, doctor y eminente profesor universitario. Todo eso es y representa Juan Carlos Monedero.

Bajo su apariencia humilde, callada y hasta recatada y pacata y tras una fachada de aspecto manso y longánimo, se esconde uno de los hombres más completo, brillante polifacético y fecundo de nuestra reciente historia.

Cada día sale a la plaza pública un logro más de este hombre por más que él, en su profunda modestia, quiera ocultarlo. Pocos tan hábiles como Monedero en hacer y deshacer entuertos políticos, en sacar monedas de la nada, en inspirar planes económicos de largo recorrido y en pergeñar informes de alto valor analítico.  Que todo eso hace nuestro hombre.

Y a juzgar por las ganancias y –supuesto que, como él mismo dice, los paganos de sus facturas no son tontos- informes, análisis, opiniones, consejos, asesoramientos, facturas y declaraciones fiscales deben de ser verdaderos monumentos a la eficacia y, en definitiva, redundar en bien de los pueblos a los que se destinan.

Además de todo eso, Juan Carlos Monedero no es nada celoso de sus saberes y sin merma alguna expande sus conocimientos sin descanso, en más de cuatro ocasiones y hasta por sexta vez, en intervenciones que se televisan, por no mencionar la generosidad que chorrea en sus propios espacios mediáticos.

Y ante las campañas orquestadas contra él y sus actividades, todo lo explica claramente. Los cientos de miles –algunos hablan de milloncejo arriba, milloncejo abajo- de euros que reflejan sus facturaciones, son fruto de, al menos, dos años de intenso trabajo por esos mundos de Dios. Intenso trabajo que se realiza sin restar un ápice al tiempo que, en la universidad, dedica a su vocación docente y a su altruista labor política.

Una actividad incansable trufada de una dedicación sin límites a los más desfavorecidos. Lo decía en una de sus escasas presencia en televisión -quizás la cuarta o la sexta aparición- cuando comentaba, haciendo violencia a su habitual discreción, que el dinero que ganaba lo destinaba a acciones sociales. Enternecedor.

Polifacético a pesar de la situación de Venezuela, de la moneda bolivariana y de la carrera espacial de la que, seguro, es analista intrépido.

Polifacético y, además, perdonavidas.

 
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