Por la boca… De lo que dice y escribe Alfonso Guerra, a la otra generación de socialistas
Con independencia de los contenidos (léase la destrucción de la Transición o la amnistía que está al llegar) de la polémica entre los corifeos de Sánchez y las declaraciones y el libro que acaba de publicar Alfonso Guerra, lo que dice y escribe el ex vicepresidente, sirve para que algunos puedan darse cuenta de las diferencias abismales entre una y otra generación.
Alfonso Guerra acaba de publicar un libro, procedente de un documental que sobre el político sevillano ha dirigido Manuel Lamarca y que refleja las más de nueve horas filmadas y recoge las declaraciones personales y políticas de uno de los hombres que, con sus luces y sus sombras, más hizo en los años de la Transición por la democracia y la normalización política en España.
Con motivo de la presentación del libro, Carlos Herrera hizo una magnífica entrevista a Guerra en la que este se despachó a gusto sobre los asuntos más actuales de la vida política, derivados todos ellos de la malhadada y desenfrenada carrera de Sánchez para lograr la investidura.
No ahorró calificativos personales ni juicios políticos en línea con los Redondo, González, Almunia, Leguina y hasta con los pellizquitos de novicia (ni siquiera son de monja) de Page y de tantos políticos socialistas de viejo cuño que, con sus trayectorias y sus aciertos y desaciertos, marcaron una impronta en la política española y muy concretamente en el devenir del Partido Socialista.
Con independencia de los contenidos (léase la destrucción de la Transición o la amnistía que está al llegar) de la polémica entre los corifeos de Sánchez y las declaraciones y el libro que acaba de publicar Alfonso Guerra, lo que dice y escribe el ex vicepresidente, sirve para que algunos puedan darse cuenta de las diferencias abismales entre una y otra generación.
Ha sido Rodríguez (la de la portavocía), la que ha destapado el frasco de sus esencias para intentar, con una vaselina más bien burda, descalificar las opiniones de quienes discrepan abiertamente de Sánchez y de lo que Sánchez ha perpetrado e intenta seguir perpetrando.
Rodríguez (la de la portavocía) afirma, sin ruborizarse, que “con el máximo respeto a Felipe González, Pedro Sánchez protege a la España constitucional” y dice que González merece el respeto de toda una generación pero que “ahora hay otra generación liderada por el presidente Pedro Sánchez” y califica lo de la amnistía de “un debate jurídico muy interesante”.
Las comparaciones son odiosas, pero en este caso dan para un sainete. La trayectoria de lo que hicieron, dijeron y dicen ahora esos socialistas de viejo cuño, así como lo que escribe Guerra en su libro, están a años luz de lo que dicen, han hecho, hacen y pretenden hacer los integrantes de esa generación que ahora lidera nada más y nada menos que Sánchez. Entre otras cosas porque Guerra sabe lo que es y supone una amnistía, un indulto, un golpe de estado, una rebaja de penas y las cesiones continuas a quienes quieren destrozar España.
Una de las cosas para las que sirven o deberían servir las declaraciones de Guerra y el libro que ha publicado, es para dejar claras las diferencias siderales entre esas generaciones de socialistas, que tan desahogadamente compara Rodríguez (la de la portavocía).
Dicen que la cúpula del Partido Socialista (o sea Sánchez) ha prohibido entrar en polémicas en este asunto de las generaciones.
Como dijo el sabio, ningún tonto es tan tonto como para no darse cuenta, aunque, sea de refilón, de sus propias tonterías. En consecuencia (que diría Sánchez) hace muy bien Sánchez en no polemizar con algunos políticos –Guerra, Redondo, González, Almunia, Leguina- de los de la otra generación, porque en esa polémica va a perder siempre, no solamente por la patente diferencia de talla humana, personal, intelectual y política, sino por los propios contenidos que dan origen a la controversia.
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