El calificador calificado

No son buenos tiempos para los españoles –penalti de Sergio Ramos aparte- en materia de economía. Tampoco se avecinan mejores épocas. Basta ver el programa electoral de Mariano Rajoy, cotejar lo que dijo que no haría y ver lo que está haciendo. Lo que queda sin hacer de lo que dijo que no iba a hacer es lo que nos espera.

Pero lo que ya tenemos encima como una plaga bíblica son los calificadores de las agencias calificadoras. Son esos señores que, no se sabe respondiendo a qué intereses, nos hacen la puñeta un día sí y otro también, y lo peor de todo es que no sabemos qué títulos exhiben para hacerlo.

Nos dirán los expertos que de alguien hay que fiarse, que alguien tiene que decir lo que ocurre y en alguien debemos depositar nuestra confianza, nosotros, los mercados, los inversores, los gobiernos y todos los que intentan que esto funcione.

Lo que ocurre es que no sabemos si son de fiar aquellos de los que tenemos que fiarnos y que por fiarnos hacen y deshacen en nuestras vidas. Por ejemplo: uno de los que vino a España a ‘calificar’ nuestros bancos es Oliver Wyman. Estos y la otra ‘calificadora’ se han llevado dos millones de euros por decirnos lo que ya sabíamos, incluido eso de que no tenían todos los datos de nuestras entidades financieras. Pues estos señores de Oliver Wyman el año 2006 calificaron de ‘modélico’ el Anglo Irish Bank, banco que en 2008, es decir dos años después, tuvo que ser nacionalizado por el estado irlandés. Un suponer.

¿Alguien entiende por qué estos señores un día se ‘cargan’ un montón de bancos españoles y al día siguiente sube la bolsa? ¿Alguien nos explica por qué descalifican a otros bancos otro día y la bolsa baja?

Ejemplos hay muchos para que lleguemos a la conclusión de que los calificadores deben de ser calificados y, sobre todo, saber a qué atenernos respecto a sus intereses o a los intereses de quienes están detrás de ellos.

Mientras tanto, lo único seguro a lo que agarrarnos es a la palabra ESPECULACIÓN, con mayúsculas.

 
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