Hasta en el cielo de la boca

Los españoles tenemos una malsana manía: pensar que los ciudadanos de otros países tienen que defender nuestros intereses olvidándose de los suyos o de los que ellos creen que son los suyos. Nos ocurre cuando los agricultores franceses van a por nuestros productos, en defensa de los suyos, y nos ocurre ahora cuando pensamos que los americanos del norte deben pensar en nosotros y no en ellos. Un error.

Y si hubiera ganado Kerry, que nadie piense que hubiera sido distinto, porque el senador sería a estas horas presidente de todos los americanos -y no son sólo palabras huecas- y en lo que se refiere a los intereses americanos en el extranjero, las diferencias no hubieran sido ni  siquiera de matiz.

Pero ha ganado Bush -a pesar de la oposición de LLamazares y de Carod- y, como diría un castizo, "en la boca, la primera nos la van a dar en la boca"; y la segunda en la economía; y la tercera en la embajada, que ya se anuncia un funcionario de segunda; y que se aten los machos en Ceuta y Melilla porque el sultán va a tener un "manos libres" que ríanse ustedes de los teléfonos de última generación; y en Europa no nos vamos a comer una rosca, pero no porque no nos dejen los americanos sino porque no nos van a dejar ni los franceses ni los alemanes.

Que nadie se equivoque, no es porque haya ganado Bush -a pesar de la oposición de LLamazares y Carod- es porque los americanos, ¡qué cosas!, van a lo suyo y no a lo nuestro.

Y, como siempre, las patadas las van a recibir otros culos. Y nos enteraremos de las patadas más obvias, pero va a haber patadas sordas de esas de las que no se enteran casi ni los que la reciben; patadas en las pequeñas empresas, patadas en asuntos mínimos para el colectivo pero importantes para los interesados; pequeños incidentes "perejileros" que no se sabe de dónde vienen ni en dónde acaban y...

Ha ganado Bush -a pesar de la oposición de LLamazares y de Carod-  porque  los americanos no se enteran de lo que les conviene. Son como niños, tontos perdidos, idiotas irredentos. No tienen arreglo. Si tuvieran allí unos políticos de la talla de nuestros gobernantes y sus aliados parlamentarios mejor les iría, pero están dejados de la mano de Dios y ese país no tiene nada que hacer.

A Bush se le veía contento. Era una alegría contenida,  no por elegancia ni por prudencia. Una nube de tristeza empañaba la satisfacción de la victoria, era que no se le iba de la cabeza que ha ganado con la oposición de LLamazares y de Carod y eso es muy duro para el Presidente de los Estados Unidos. Pero si nuestros niños aprenden bereber en la escuela, estaremos salvados.

 
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