Las cloacas de las autonomías.

Ya no se trata de cohechos y de negocietes más o menos confesados o confesables, ahora se trata de las cloacas mal olientes de las campañas electorales y, más concretamente, de la campaña electoral en Cataluña. Parece que aquello del ‘seny’ ha pasado a la historia. Una pena.

Las cloacas por definición son lugares oscuros, subterráneos y donde todo se oculta y el secreto o no sale, o sale con sordina, pero ahora con la modernidad las cloacas están en Internet, en eso que llaman la red y están al alcance de cualquiera.

Parece ser que como los presupuestos no dan para mucho o al menos eso se quiere hacer ver por aquello de la imagen y que hay que dar ejemplo y ahorrar y que los mítines fastuosos hay que dosificarlos, resulta que se aprovechan las llamadas nuevas tecnologías para llegar a los votantes y mostrarles, lo más gráficamente posible, el mensaje del partido de que se trate.

Pero la red es propicia a todo tipo de cosas y las empresas que se la trabajan son muy dadas a la creatividad y de esa facilidad y de esa creatividad está saliendo lo más asqueroso, lo más zafio y lo más maloliente de cada cloaca.

Simplemente con echar un vistazo a las páginas de los periódicos y a los informativos de radio y televisión, se topa uno –si es que soporta el olor- con las ideas más soeces y más fuera de tono que se pueda imaginar.

Lo más triste es que eso es lo que tenemos y si uno se dedica a ‘cazar marcianitos’ de otras razas no siempre bien recibidas en algunos ambientes, otros –suponemos que ante el horror de Bibiana Aido- se afanan en editar vídeos que no dicen mucho en relación a la dignidad de la mujer y al papel que, como ciudadanas de primera, debe de jugar en una votación y ante una urna a la hora de depositar su sufragio.

La duda, como siempre, llega cuando se intenta averiguar si son excesos del creativo de turno que se lleva lo que no se llevan los mítines fastuosos, si provienen del cacumen calenturiento del experto del partido o simplemente es lo que tenemos y no hay más cera que la que arde.

En cualquier caso, y con independencia de otros asuntos, la ciudadanía haría bien en calibrar electoralmente a los líderes que permiten, inventan o se enteran a posteriori de lo que hay y de lo que tienen alrededor.

Y, por supuesto, de lo qué están pagando y a quienes están pagando con nuestro dinero.

 
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