Los gustos de Sánchez

A lo mejor de los gustos de Putin, de Biden, de Macron y de su jefe de Gobierno, de Sánchez, del rey de Marruecos, de Maduro o de los dirigentes palestinos, por citar solamente algunos, se podrían sacar conclusiones que serían auténticos análisis de su gestión política.

Siempre se ha dicho que sobre gustos no hay nada escrito. Pues no es verdad. Sobre gustos hay obras enteras, de autores muy calificados, que llenan las bibliotecas y que dejan muy claro lo que hay que saber sobre lo que gusta o no y sobre lo que es de gustar y lo que no.

Hace un tiempo, el Dr. Rafael Romero, médico, publicó un libro interesantísimo y en estos días aparece la segunda edición corregida y aumentada en la que, bajo el título “Historia y medicina”, se describen las patologías de muy diversos personajes de la historia, patologías que -de una u otra forma- han influido en decisiones de mandatarios, acciones bélicas de conquistadores o desatinos de políticos con poder.

Ahora que tanto se habla de los “narcisismos” de Sánchez, de sus manías, de sus tics e incluso de sus -sin duda exageradas patologías mentales- no estaría de más pedirle al Dr. Romero que realizara un estudio sobre los gustos de los mandatarios que rigen o han regido el mundo, a lo largo de la historia.

Sin duda, podría ser válido aquello de por sus gustos los conoceréis.

A lo mejor de los gustos de Putin, de Biden, de Macron y de su jefe de Gobierno, de Sánchez, del rey de Marruecos, de Trump, de Maduro o de los dirigentes palestinos, por citar solamente algunos, se podrían sacar conclusiones que serían auténticos análisis de su gestión política.

Como no podía ser de otra manera (que diría un periodista cursi y adocenado) Sánchez tiene sus gustos. Cosas y personas que le gustan y otras personas y otras cosas que no le “molan” tanto.

Sin orden ni concierto, podría decirse que a Sánchez, le gusta gobernar por decreto, reírse a carcajadas de sus propias ocurrencias, le gusta eso de “zorra” y lo de la nieve no le gusta, es que “me encanta”. Le gustan los impuestos y los ciudadanos subvencionados, le gusta pasar por delante del Rey, jugar a la petanca y visitar ancianitos previamente adoctrinados, los mítines con público aborregado, la gestión de Zapatero,  las entrevistas pactadas, los chuletones y los tomates a pesar del ex Garzón o de la Royal, le divierte el feminismo y a lo que parece los trajes escasos de medidas y “ceñíos” que diría el cantaor Pepe Pinto. Le gustan los iconos y las “iconas”, chatear por las mañanas con sus hijas y le gusta el Falcon para ir a Valladolid a dar besos a Almodóvar por aquello de los Goya. Le gusta que le llamen presi y las vacaciones en el norte de África o en Quintos de Mora para lucir vaqueros y deportivas. Le gustan Puigdemont, Von der Leyen y Otegui. Le gusta Armengol y los cortes de manga o de micrófono que hace Armengol en el hemiciclo a los opositores. Le gusta -ya le gustaba de antes- Koldo, el de Ábalos.

Por el contrario y siguiendo con lo de los gustos, no le gusta el banco azul, las preguntas de la oposición, las preguntas de los periodistas que no conoce previamente, no le gusta Page, ni las jueces ni los tribunales, las calles sin acordonar, las empresas que generan empleo y tampoco, al parecer, los colchones de las camas que hay en La Moncloa.

 

Y por supuesto no le gusta la fruta, sobre todo si llega desde los huertos madrileños.

La carcajada… Dice Maestre, la del topless en las capillas universitarias, a propósito de Gaza: “Lo que están sufriendo los gazatíes es un genocidio injusto. Son asesinados bajo las bombas y en condiciones insalubres sufriendo todo tipo de ataques y agravios”.

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