La familia y tú más

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, interviene durante una sesión de control al Gobierno, en el Congreso de los Diputados, a 20 de marzo de 2024, en Madrid.

No deja de ser paradójico y hasta divertido que -precisamente políticos que se ocupan en destruir la familia y acumular obstáculos en las libertades y en el desenvolvimiento de una institución fundamental para cualquier sociedad- le estén dando carta de naturaleza, pura y simplemente, para intentar destruir al adversario utilizando su propia familia.

En el centro de la cloaca, rebosante de heces, en la que Sánchez y sus ministros han convertido la vida política española, el propio Sánchez ha colocado la familia. 

Lo está haciendo por activa y por pasiva. 

O sea, su mujer (presuntamente) ha utilizado la influencia del marido para sus negocietes y sus prebendas laborales y, cuando los medios de comunicación y la oposición descubren la (presunta) trama de Gómez ante la opinión pública, su marido pone todo el aparato de su partido (nunca mejor empleado el posesivo “su”) y de sus ministros (también el posesivo “sus” tiene significado inequívoco), para denigrar a allegados y familiares de adversarios políticos contra los que -además de privarles del tan traído y llevado “presuntos”- se emplean mentiras flagrantes como la de Montero en relación a la mujer de Feijóo y a la empresa Sargadelos en Galicia.

 El título de la simpática saga de películas que protagonizó Alberto Closas en torno a la familia, podría convertirse en algo así como “la familia y tú más”

No deja de ser paradójico y hasta divertido que -precisamente políticos que se ocupan en destruir la familia y acumular obstáculos en las libertades y desenvolvimiento de una institución fundamental para cualquier sociedad- le estén dando carta de naturaleza, pura y simplemente, para intentar destruir al adversario utilizando su propia familia.

 Aún hay otra paradoja más llamativa y más hilarante. No solamente se usa la familia del adversario para intentar hundirle, sino que se está dando a las relaciones familiares y matrimoniales, un viso de importancia que sobrepasa con mucho -no solamente las expectativas de los defensores de la institución familiar- también las propias ideas, si es que son ideas, de los que están dedicados -desde que llegaron al poder- a denigrar el matrimonio, la familia y las relaciones entre padres e hijos y que atacan directamente los derechos de los padres en relación a la prole.

Y por si fuera poco, los “antifamilia” -tan partidarios ellos de los divorcios, las parejas del mismo sexo, los vientres de alquiler, los abortos y demás lindezas o la enseñanza sesgada en la que se ignoran los derechos de los padres- se apoyan (eso sí, presuntamente) en la familia y la utilizan para sus desafueros políticos y particulares.

Y surge la duda de si será bueno para la familia que la hayan puesto de moda quienes más la atacan y que esa moda, haya llegado por vías tan tortuosas y nauseabundas, como las que supone el uso que se está haciendo de investigaciones y trayectorias personales.

 

Que para Sánchez y los suyos, la familia sirva fundamentalmente para pergeñar ataques políticos a los enemigos (lo de adversarios es un eufemismo falso de toda falsedad) solamente sirve para corroborar su calaña moral.

¿Será que la familia es más importante para la sociedad de lo que Sánchez y compañeros quieren hacer ver?

La carcajada: Dice Díaz a sus señorías: “Hemos pedido al INE que nos dé con sus microdatos a partir de la encuesta de población activa, los datos de fijos discontinuos inactivos, y se los voy a dar, anoten ustedes. Son exactamente 55.300 personas en periodo de inactividad”.

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