Ni política, ni generosidad, ni compromiso ni liderazgo

Pedro Sánchez ofrece un mitin en La Rinconada (Sevilla).
Pedro Sánchez ofrece un mitin en La Rinconada (Sevilla).

Con lo de la amnistía, en lo único en lo que Sánchez extrañamente no miente, es cuando afirma que el Tribunal Constitucional se tendrá que pronunciar. ¿Por qué? Porque ya sabe Sánchez de antemano, que lo que va a conceder para lograr la investidura, tiene visos de anticonstitucionalidad y tendrá que ser el alto tribunal el que decida.

Mentiras aparte, Sánchez gusta de entretener a la ciudadanía con frases estereotipadas, que pretenden resumir una gestión, y casi siempre referidas a lo que va a hacer y no a la que ha hecho, cosa muy natural, dado su balance como gobernante.

Será aquello de “hemos doblegado la curva” o “se ha superado la tendencia” o “nadie se quedará atrás” o “saldremos más fuertes”, o “todo en aras de la convivencia y de la concordia”…y todo ello con el corolario de “vamos a trabajar”.

Sea lo que sea es lo mismo de siempre, mentiras y frases hechas más o menos cursis.

Ahora toca engañar a base de  repetir mantras con motivo de la amnistía pactada, y bien pactada, con los separatistas que le votarán en la investidura. Y lo que dice no puede ser más hueco, ni más vacío de contenido, ni más insustancial.

Dice Sánchez que es el momento de la política, de la generosidad, del compromiso y del liderazgo.

Política, generosidad, compromiso y liderazgo.

Mentira y, lo que es peor, mentira que no dice nada y que no llega a  ninguna conclusión.

¿Política? En absoluto. Mentiras, desigualdades y privilegios, choriceo, manipulación de la opinión pública, aherrojamiento del Poder Legislativo, conchaveo, manoseo del Tribunal Constitucional y desprecio al equilibrio de poderes, propio de cualquier democracia.

 

¿Generosidad?  Un político tiene que ser justo y honrado, no generoso. Sobre todo porque Sánchez no tiene nada y nadie da lo que no tiene. En todo caso, Sánchez es generoso con la soberanía que es propiedad de todos los españoles, propiedad irrenunciable e intocable por parte de ningún gobernante.

¿Compromiso? Difícilmente puede comprometerse a nada, quien ha  mentido y engañado constantemente y no ha cumplido uno solo de sus compromisos. Ni siquiera se fían de él los que le van a llevar a La Moncloa. Comprometido, si acaso, con sus intereses personales, con sus amigos y con los que le bailan el agua en puestos y en canonjías a cargo de los Presupuestos Generales del Estado.

¿Liderazgo? Escasito en quien acumula derrota tras derrota en alas elecciones, el menor número de votos y de escaños logrado por el Partido Socialista y que provoca el rechazo de la calle y la arcada colectiva, incluidos muchos de sus votantes. De liderazgo poco puede tener alguien cuya gestión política, cuyas alianzas y cuyas coaliciones, repugnan a la mayor parte de los dirigentes de su partido, con mucho más prestigio y mejor trayectoria que él y que no han sido colocados por él. 

En lo único que Sánchez concreta -y extrañamente no miente- es cuando afirma que el Tribunal Constitucional se tendrá que pronunciar. ¿Por qué? Porque ya sabe Sánchez de antemano, que lo que va a conceder para lograr la investidura, tiene visos de anticonstitucionalidad y tendrá que ser el alto tribunal el que decida. En cualquier caso, no hay problema porque Pumpido y su gente saben perfectamente lo que tienen que hacer y lo que tienen que dictaminar; porque, saben también, quién les ha puesto ahí y para qué los ha puesto.

Dice Sánchez que está ilusionado y honrado. Lo de estar honrado es muy discutible, porque el concepto del honor y de la honra que tiene Sánchez, es muy relativo. Lo de la ilusión sí se entiende. 

Y se entiende, por razones obvias.

La carcajada: Dice Pumpido: “Solo con el principio de no injerencia, puede garantizarse la independencia judicial”

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