No le crea, Alteza

Todo iba bien en el acto de la jura de la Constitución por parte de Leonor de Borbón a pesar del ramplón, mitinero y zafio discursillo de Armengol (bon dia, bo día, egun on), hasta que Sánchez -que llevaba un rato sin mentir- no pudo resistir el “mono” y, haciendo gala del más exquisito y refinado cinismo, pronunció aquel malhadado párrafo: ”contad, Alteza, con la lealtad, el respeto y el afecto del Gobierno”.

Aunque ya tiene la edad suficiente para saber lo que pasa en España y la calaña de quién está en La Moncloa y los que la rodean y la quieren bien, se lo habrán advertido, la Princesa de Asturias debe hacer oídos sordos al discurso falaz, mentiroso e hipócrita de Sánchez, por la sencilla razón de que el propio Sánchez, en sí mismo considerado, es una pura arana (según el DRAE, embuste, trampa y estafa).

Alteza, no crea a Armengol (bon dia, bo día, egun on), ni crea a Sánchez. Ninguno de los dos acata la Constitución, ninguno de los dos cree en la unidad de España y ninguno de los dos respeta las Instituciones y muy concretamente la Corona.

La Princesa de Asturias que a sus 18 años ya seguramente sabe de mentiras, de traiciones y hasta de injurias, no debe dudar, ni por un momento, que Sánchez la traicionará, motu proprio, o en cuanto esa traición sea necesaria para permanecer en el poder y que, tan pronto pueda o alguno de sus chantajistas se lo ordene, pondrá la Monarquía en la almoneda de un referéndum.

Todo iba bien en el acto de la jura de la Constitución por parte de Leonor de Borbón a pesar del ramplón, mitinero y zafio discursillo de Armengol, hasta que Sánchez -que llevaba un rato sin mentir- no pudo resistir el “mono” y, haciendo gala del más exquisito y refinado cinismo, pronunció aquel malhadado párrafo: ”Contad, Alteza, con la lealtad, el respeto y el afecto del Gobierno”. Ahí se vinieron abajo muchas esperanzas e incluso muchas ilusiones porque, mientras Sánchez se dedicaba a sus mentiras, ministras de su Gobierno, con las que se sienta en el Banco Azul y a las que él ha colocado en la mesa del Consejo de Ministros, afirmaban rotundamente que trabajaban y trabajarían para que “Leonor no llegue nunca a reinar”.

Por muy esquizofrénico que sea -y Sánchez, políticamente, es un esquizofrénico de libro- no se pueden cometer más villanías en tan breve disertación, ni en tan escaso periodo de tiempo, ni poner al descubierto más contradicciones tan  graves y flagrantes. 

Y tampoco se fíe Alteza, de algunos de los diputados y senadores que tan largamente la aplaudieron. Aplauden cuando les ordena Sánchez y lo que les ordena Sánchez y, llegado el momento, aplaudirán igual de entusiasmados la abolición de la Monarquía, porque todos dependen del sueldo que les proporciona Sánchez a cambio de “culiparlar” y de padecer hemorroides, fistulas y abscesos anales y hasta rozaduras en las nalgas, producidas por el contacto permanente con el tapizado del escaño.

Puede fiarse, Alteza, de los que no estuvieron, azacaneados en los ministerios que les ha regalado Sánchez, multando chuletones, excarcelando violadores y trabajando para derribar la Monarquía, porque esos, que engañaron para medrar, ya no engañan a nadie.

Y Sánchez… que con su esquizofrenia política, va del acuerdo con comunistas y separatistas, a la Constitución y de Waterloo a Palacio y de Puigdemont, a Carlos III.

 

La carcajada: Recuerdo para los que no estuvieron pero sí que fueron. Son los 54 diputados que votarán la investidura, que no estuvieron en el hemiciclo pero sí se les vio en el palacio de la Carrera de San Jerónimo, porque era fin de mes y hacían cola en la ventanilla de las nóminas, dietas, y viáticos varios,  para cobrar el sueldo de diputados.

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