Quien tuvo, quiere retener

No debe de ser fácil ejercer de ex. Más difícil, apartarse. Y, a la vista está, imposible permanecer callado. Tanto Felipe González como José María Aznar, los dos ex presidentes del Gobierno 'en activo', saltan al ruedo de vez en cuando para decir lo que hay que hacer y, lo que es peor, para reivindicar lo que hicieron.

La entrevista que a José María Aznar hizo Gloria Lomana en Antena 3 es una muestra de las dificultades que viven quienes se sienten retirados, e incluso en este caso poco defendidos y hasta atacados desde Gürtel y desde San Lorenzo de El Escorial.

Normal la reacción de los dirigentes del Partido Popular. No es que cierren filas en torno a Rajoy, es que no pueden –y quizás no deban hacer otra cosa-. Normal la reacción de la oposición aprovechando cualquier resquicio para meter la cuchara en el puchero. Lo que ya no parece tan normal es la salida del ex presidente que, desde luego, no ha sido a hombros.

Como José María Aznar no es tonto, hay que suponer que además de tener bien medidas sus palabras –'voy a darte titulares', parece que le dijo a Lomana- tenía calibradas las consecuencias. Entonces hay que preguntarse qué es lo que pretende el ex, que tras criticarlo todo, tras poner a Mariano Rajoy a los pies de los caballos y tras presumir de 'haberlo nombrado', se ufana igualmente de no arrepentirse de la designación. Todo demasiado estudiado como para pensar que no responde a ningún plan o, al menos, a una autodefensa cuando se siente atacado incluso en su ámbito familiar.

Es posible que Aznar tenga razón en muchas de las cosas que dijo y también es posible que la respuesta de Montoro sea igualmente acertada. Antes sí estaba el horno para bollos y ahora ni siquiera hay horno, por eso las palabras de Aznar sobre la bajada o la subida de impuestos no se ajustan a la realidad ni de antes ni de ahora.

Además, se está hablando de falta de lealtad. Quizás la expresión sea muy fuerte pero entre el silencio borreguil en el seno de los partidos y las críticas de Aznar hay un trecho que aconseja la prudencia y que tiene su justo medio quizás en la crítica más constructiva y hasta con menos publicidad. Se puede esperar de alguien con la trayectoria y con la experiencia de Aznar una opinión y hasta un consejo –se le pida o no- pero las formas son, en este caso, más importantes que los contenidos. Aznar ha cuidado poco las primeras aunque haya acertado en algunos de los segundos.

Y las formas, además de ser importantes, pueden hacer sospechar un cierto despecho por actuaciones y decisiones que le afectan personalmente y que rozan a su familia y que no han sido bien recibidas por el ex.

El saber estar es importante y 'ejercer' de ex no debe de ser un plato de gusto.

 
Comentarios