Como en las revistas del corazón

Igual, sólo que al revés. Los famosetes del corazón siempre niegan que están juntos: "sólo somos amigos"; "no hay nada entre nosotros"; "las fotos son trucadas"; "si hay algo seréis los primeros en saberlo". Pero nunca es verdad y siempre hay algo y las fotos son verdaderas y son ellos los que avisan a los "paparazzi".

Esperanza Aguirre y Alberto Ruiz Gallardón lo hacen igual pero al revés. Llevan un montón de tiempo admitiendo que "se quieren", que están a partir un piñón, que forman un dúo inseparable, que la sintonía es total y, vamos, que son como una pareja "política" de hecho. Pero no era verdad. Han estado siempre tirándose los trastos a la cabeza. Eso sí, con buenas formas y en silencio. Pero ya han roto.

Ya han hecho público su divorcio. No sé si de "alta velocidad" pero divorcio con todas las de la ley. Vamos, que se han liado a golpes políticos e incluso se han hecho chantaje con los "hijos".

Ahora viene lo bueno. Irán al juez, léase la militancia madrileña del Partido Popular y se pelearán por el piso, por los muebles y por el coche y las cuentas en el banco, léase el poder del P.P en Madrid. Lo que no se sabe es si van a recurrir antes a otro juez -léase Mariano Rajoy- que ponga paz antes de que se vean las caras en las urnas públicamente.

Ellos sabrán lo que hacen, pero no están las cosas en el Partido Popular y en la política española como para que den este espectáculo cuando aún resuenan los claros clarines del Congreso.

En teoría es bueno que haya listas distintas que refuercen la democracia interna de los partidos, pero eso de la democracia interna de los partidos no se lo cree nadie y lo que suponen varias listas no es democracia sino mordiscos a diestro y siniestro.

De aquí a noviembre vamos a ver y a oir de todo, pero nada bueno para el Partido Popular, que ve otra brecha en la muralla de la unidad. El problema es que en la batalla se va a dar en traseros ajenos. Pueden ser los traseros de Rajoy, de los militantes, de los madrileños en general o de un militar sin graduación que pasaba por Cibeles. Es claro que en Madrid se está jugando un segundo tiempo del poder en el Partido Popular y que Ruiz Gallardón ha salido con todo a ganar ese segundo tiempo. Lo que pasa es que no es inminente y aún hay que calentar mucho banquillo.

En algo hemos ganado. Se han quitado las caretas y ya sabemos dónde está cada uno.

 
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