La trampa de ETA

La primera trampa no es tal porque no han engañado a nadie –o al menos eso supone la gente de a pie que no está en los entresijos de las hipotéticas negociaciones- que no quiera dejarse engañar de antemano.

La verdadera trampa está en el intento de internacionalizar el ‘conflicto’ y sacarlo, nunca mejor dicho, de su auténtico quicio, que es la lucha de una nación entera y del correspondiente Gobierno contra una banda de asesinos. Querer aparecer como interlocutores para negociar con el grupo de la inútil Declaración de Bruselas es una verdadera trampa en la que nadie debe de caer. Los mediadores internacionales no pintan absolutamente nada y nadie les ha dado vela en un entierro que, desgraciadamente, es solamente nuestro.

Al parecer, nunca como ahora la banda terrorista ha estado en peores condiciones. Incluso hay rumores de que se quiere aferrar a Josu Ternera –que ya es aferrarse- para salir del atolladero. Eso sería una salida natural e incluso prevista, pero agarrase al clavo ardiendo de los mediadores internacionales para tratar de ‘normalizarse’ es algo que nadie debe tolerar.

Ahí tienen que entrar de hoz y coz nuestros servicios diplomáticos y emplearse a fondo. No es de recibo que todavía haya rotativos de más o menos prestigio que sigan hablando de ‘grupo independentista’ para referirse a una banda asesina y que nuestra diplomacia se llame andana en este y en otros casos. La labor es ardua pero hay que hacerla. A la ETA no hay que darle ni la más mínima posibilidad de llegar a un balón de oxígeno internacional y la negociación que pretenden ensamblar basándose en los ‘hombres buenos’ de la declaración de Bruselas es pura y simplemente una trampa.

No es que dudemos de esos servicios diplomáticos, pero la ‘buena fama’ que en algunos ámbitos internacionales tiene la ETA, a la que impunemente convierten en un ‘grupo independentista’, no es como para tenerlas todas consigo.

 
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