Cargos políticos y profesionalidad

            Se habla mucho pero se actúa muy poco. La remuneración y dedicación de los políticos exige un replanteamiento eficaz, y que los ciudadanos lo comprobemos. La convicción generalizada de que los políticos se aferran al “pesebre” no es una mera impresión, es una realidad, aunque hay honrosas excepciones.

            Hay que introducir en la política criterios laborales con responsabilidad, máxime porque se dirime el destino de un dinero que entre todos aportamos. Criterios de profesionalidad y de dedicación real. Horarios, control y vacaciones racionales, como cualquier profesional privado.

            Un caso llamativo es el de alcaldes o concejales que, a la vez, son diputados autonómicos, por poner un ejemplo. Ediles que cobran un sueldo considerable o equivalente a una dedicación exclusiva para cualquier profesional, y a la vez son diputados autonómicos, o provinciales.

            En un debate televisivo defendí mi postura: un alcalde responsable ha de notar que le faltan horas al día para abordar los problemas de su ciudad. Y se le paga para ello. Por tanto, pienso que no sebe ser diputado autonómico, aunque no cobre un sueldo, pero sí cobra por dietas o asistencia a comisiones, y deja de tener la cabeza en su municipio.

            Hay algunos, sobre todo alcaldes o concejales, que defienden la compatibilidad de ambas dedicaciones e,  incluso, su conveniencia para defender mejor los intereses de su ciudad o pueblo en las Cortes autonómicas, pero yo discrepo.  Siguiendo con su razonamiento, cuantos más cargos ocupe un alcalde mejor puede ejercer su trabajo como alcalde. El pluriempleo político resta eficacia, y lleva a que se perciban unos ingresos mensuales que muchos directivos con alta preparación profesional no perciben.

            Por otra parte, vista la experiencia de las Cortes autonómicas, habría que acometer la reducción de diputados. No podemos soportar tanto gasto, a la vista del desempleo existente en España, ni es deseable cuando las cifras del empleo mejoren. Los diputados llevan consigo despachos, viajes, asesores, secretarias, gastos en mobiliario – y ordenadores gratuitos, que otros profesionales han de costear de su sueldo-, y no es un secreto que muchos de esos puestos de trabajo “casualmente” recaen en parientes de esos políticos, o de otros que les piden ese “favor”, a cambio de otros “favores” pasados o futuros. Como decía un diputado a otro, “te debo una”, en alusión a la contratación de un familiar.

            ¿Y qué decir de las ausencias de los diputados, autonómicos, nacionales o provinciales, en las sesiones ordinarias y extraordinarias? Todavía recuerdo el ejemplo de Manuel Pizarro, que acudió a todas las sesiones como diputado en el Congreso, simplemente por honradez y profesionalidad, y “hasta tomaba notas de todo”, decía un diputado del PP. Si son sesiones de trabajo, es inconcebible no tomar notas. El turolense Pizarro fue un “rara avis”, y el ahora Adjunto al Presidente de El Corte Inglés vio que en la política española no interesaba una persona como él.

            ¿Y qué decir de las vacaciones que tienen los diputados? A mí me parece vergonzoso y, sobre todo, injusto.

            Alcaldes, concejales, diputados, que tienen una remuneración y han de tener dedicación exclusiva, deberían “fichar” – así, como suena- y, para que no se quede en el mero acto formal de fichar, también deberían pasar controles de dedicación, eficacia y profesionalidad, con sanciones “laborales” si es el caso.

 

            Algunos cargos políticos aducen que su tarea se multiplica con inauguraciones, presentaciones, comidas de trabajo, a veces por la noche. Vayamos por partes: todos conocemos políticos que, por salir en la foto, asisten a varias presentaciones un mismo día,a veces por iniciativa propia, o porque se lo  pide el alcalde o el presidente correspondiente. Roza el ridículo: llegan en coche oficial o con cargo a la entidad a la que pertenecen, están unos minutos, y se van a otro acto. Es lo que se llama una “política de pandereta”, “de escaparate”, pero los ciudadanos exigimos profesionalidad, rendimiento y eficacia.

            Conozco concejales, alcaldes y diputados que firmarían estas líneas, porque ellos se dedican con profesionalidad a su cargo, pero no se atreven a criticar lo que ven un día sí y otro día también en muchos concejales, alcaldes y diputados de su propio partido político. Conozco a alguno que sus compañeros de consistorio le hacen saber que no se esmere tanto, porque ponen en evidencia a los que no pisan la calle ni afrontan los problemas de su cargo: los ciudadanos distinguimos unos y otros, pero sin listas abiertas poco o nada podemos hacer.

 ¡Listas abiertas y profesionalidad! La mayoría no queremos a políticos profesionales – algunos sólo saben dedicarse a la política, no han hecho nada en su ámbito profesional -, sino a políticos que ejerzan temporalmente su cargo con profesionalidad, que es muy distinto.

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