Shock en el PP

            Alberto Fabra, tras la reunión del Comité Ejecutivo Nacional del PP del pasado lunes, subrayó que, tras los resultados del 24-M, hay que hacer “autocrítica”. Y el martes Fabra dijo que no optaría a la reelección como presidente del PP valenciano. También el martes Luisa-Fernanda Rudi y José-Ramón Bauzá dijeron que dan paso a otro líder en el PP en Aragón y Baleares.

            Tales decisiones  contrastan con las palabras, el pasado lunes,  de Mariano Rajoy, que no va a hacer cambios, ha reconocido que esperaba mejores resultados y se ha limitado a reconocer que hay que estar más cercano a los ciudadanos, para concluir con el socorrido “hay que comunicar mejor”, que es la excusa-explicación-tópico útil para cualquier roto o descosido. De todas formas, si Rajoy apela a la comunicación, el papel de Pedro Arriola como gurú ha llegado a su fin. Arriola vaticinaba a Rajoy mejores resultados de los que arrojaban las encuestas, Rajoy se lo creyó, y afirmó reiteradamente antes de las elecciones que los resultados serían buenos para el PP. ¡Qué vista!

            Ahora Rajoy parece que sí reconoce que hay que tomar decisiones, “poco a poco”, aunque con su galleguismo no se sabe muy bien a qué se refiere, o si es una enmienda la dimsiones de los diversos barones autonómicos del PP.

            La debacle del PP requiere algo más que una tirita. Fabra ha aludido a que es preciso “refundar el PP”, “resetearlo”, y ha aludido a que otros también dejarían dejar paso a otras caras.

 El voto del cambio ha ganado. Algunos en el PP piensan que en las elecciones generales se confirmará el cambio, y que será el momento de acometer los cambios en profundidad. Otros líderes piensan que hay que tomar las decisiones ahora.

            El PP esperaba mejorar en las urnas los resultados que les atribuían las encuestas, incluida la del CIS, apelando a que en unas elecciones municipales se vota más a la persona que al partido, y que muchas gestiones de alcaldes y concejales del PP habían sido buenas o razonables. Sin embargo, en estas elecciones municipales y autonómicas se ha votado más la “marca” PP que a las personas concretas, el clima anti-PP ha sido superior a lo esperado, tanto dentro de las filas “populares” como en los partidos ganadores o que van a poder gobernar logrando acuerdos con otros partidos de izquierdas.

            El panorama para las elecciones generales por parte del PP demanda  conectar más con la calle y, como ha dicho Cristina Cifuentes, una buena dosis de humildad. Sin humildad, no hay realismo ni se rectifica: sólo  hay excusas coyunturales.

            El 24-M ha triunfado el voto del sufrimiento, de los millones españoles que están hartos de sufrir las consecuencias de la crisis económica y sus recortes, mientras Rajoy subía impuestos, sigue hablando de que se ha iniciado la recuperación, mientras aumentan los hogares sin ingresos, y muchas familias dependen de las pensiones de los abuelos.

            Rajoy, como ha dicho Juan-Vicente Herrera, tiene que “mirarse en el espejo”, pero yo añadiría que eso tiene una alta dosis de riesgo de narcisismo o de autismo. Rajoy debe mirar la calle más, y desde luego tomar decisiones para que las elecciones generales sean distintas para el PP. No lo tiene fácil.

 
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