Aristócrata casquivana busca ayuda en el Prozac

Una vez oí hablar de unos expertos en inteligencia artificial que habían logrado dar vida a un programa de ordenador especialmente diseñado para escribir best-sellers. Era tan sencillo como introducir unas claves: “Póngase un ambiente aristocrático, un poco de sexo, una dosis de suspense y unas gotas de religión”. Y ¡zas! La máquina no se hacía de rogar:

– “¡Dios mío! –dijo la condesa-. ¡Estoy embarazada!, ¿quién será el padre?”.

Este Gobierno tiene de todo y de ahí su éxito. No sé ustedes pero yo tengo varios amigos que están convencidos de que nuestros gobernantes lo están haciendo moderadamente bien: “Sobre todo –me dicen- si lo comparamos con la era Aznar. Entonces, creo que a Zapatero le pongo hasta un notable”. Eso me dicen.

Mientras tanto, al bestseller gubernamental no parece faltarle de nada. Cada cual cumple su papel a la perfección y, si hay que turnarse tirando a la cabeza del pelotón (¿dónde está nuestro ministro José Bono, que parece desaparecido estas semanas?), se sigue el ritual pactado.

El pildorazo de los progenitores no tiene desperdicio, por ejemplo. El Ministerio de Justicia ha amagado con sustituir en las inscripciones del Registro Civil los sustantivos “padre” y “madre” por los de “Primogenitor A” y “Primogenitor B”. Juan Manuel de Prada no se lo tomó a chiste, no: “Algunos pardillos han pensado que esta reforma semántica es una mera concesión grotesca a la corrección política”. “Sin embargo, -contaba la semana pasada De Prada- se oculta detrás de ella una implacable operación de ingeniería social. Los ideólogos de género pretenden que entre hombres y mujeres sólo existe una banal diferencia fisiológica (subsanable, por lo demás, en el quirófano); y que, por tanto, cualquier otra peculiaridad psicológica o afectiva es un mero producto cultural que conviene erradicar”.

Vaya usted saber, digo yo, si detrás de la mano que ha mecido esta cuna existe una mente tan perversa como para diseñar un golpe de las características descritas. Todo es posible. Pero el gesto es burdo de narices, no me lo negarán. Burdo pero genial. De best-seller, vamos.

La última de nuestro Ejecutivo viene de la mano de nuestra vicepresidenta primera, Fernández de la Vega, de viaje por África para dignificar el papel de la mujer. Ataviada con la “capulana” que tan conmovedoramente les cedieron las campesinas de la Unión de Cooperativas de Mujeres. Una de las periodistas que la acompañó se ha quejado de las críticas: “Sólo a una acémila se le habría pasado por la cabeza rechazar semejante gesto de fraternidad. Y sólo alguien que ha olvidado con vergonzosa facilidad lo que fuimos y de dónde hemos salido, puede ser capaz de relacionar esa escena cordialísima, genuina y rigurosamente sincera con algo parecido a una exhibición de alta costura”.

Pero esta indignada perorata a mi no me convence. Porque las fotos de la vicepresidenta y de la secretaria de Estado de Cooperación daban imagen de todo menos de sinceridad. Con todos mis respetos y salvando juicios e intenciones, parecía más bien otro golpe de efecto dirigido a ser recogido en forma de votos dentro de unos meses.

Sin duda, la culpa de tanta confusión la tiene probablemente el propio Gobierno, tan amante del Prozac. A falta de aciertos en temas nucleares de la economía española, con varias e importantes vías de agua en el casco constitucional, y rastrojos encendidos que amenazan con provocar un devastador incendio de furia y fuego en materia antiterrorista se ha optado por guiños efectistas a lo “Referéndum Plus” o las “Kely finder” de marras.

 

Alguien tendría que acercarse a La Moncloa y decirle a nuestro presidente que gobernar a fuerza de golpes de efectos, basar el desarrollo del país en las agencias de marketing (y eso que los chicos de Shackleton, responsables de estas dos campañas, son unos grandes profesionales) es, sin embargo, una tremenda irresponsabilidad.

En la era del lifting neuroquímico y la farmacología cosmética nos intentan atontar a golpe de Prozac. Es la antesala de lo que el hombre ha anhelado siempre: cambiar sus estados de ánimo a voluntad, sin efectos perjudiciales. Fuera el alcohol y las drogas. Arriba el Prozac y los fármacos de diseño: los progenitores A y B, las kely finder, las capulanas de Pajín y De la Vega... Señuelos para olvidar los molestos lunes del Gobierno. La felicidad como estado de ánimo. Bien para quien se conforme con sucedáneos.

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