Andalucía: la feria del oportunismo

Algo así como a escondidas, como suelen hacer los cazadores furtivos, andan algunos líderes andaluces sacando (o intentando sacar) tajada de una situación que interpretan como ventajosa para ellos, a pesar de que en su fuero interno reine, sin duda, el resquemor propio de los fracasados.

Conviene remontarse a los tiempos anteriores a los comicios de abril. El ambiente favorecía todas las especulaciones. La más importante de todas ellas era que Susana Díaz había accedido a la Presidencia de la Junta sin haber sido votada y elegida por los andaluces en las urnas. Peor aún, porque el hecho de que la Juez Alaya tuviera involucrados en su proceso de los EREs a los dos anteriores presidentes (Chaves y Griñán), hacía albergar esperanzas a sus opositores, sobre todo a los emergentes de Podemos y Ciudadanos que ya se habían encargado de destruir a IU el uno, y a cosechar los apoyos que se le han ido cayendo al PP el otro.

Pero Susana Díaz resistió y obtuvo unos resultados que marcaban con absoluta claridad las preferencias de los andaluces. 47 escaños (de 109) pero, sobre todo, la importante distancia a la que quedó el segundo clasificado, a catorce escaños (casi dos por cada provincia), debería ser una razón de peso para que las posteriores negociaciones dirigidas a la proclamación del nuevo Gobierno se hicieran con la debida mesura. Más aún, la tercera fuerza (Podemos) ha obtenido la tercera parte de los escaños obtenidos por Susana Díaz. ¿No son razones suficientes para que las necesarias negociaciones posteriores se hagan con la debida cordura? Sin embargo da la impresión de que las condiciones impuestas no pretenden racionalizar las negociaciones para llegar a acuerdos sino para doblegar al partido triunfador: no pretenden negociar sino más bien hacer negocio. En eso, los atrevidos líderes emergentes de Podemos y Ciudadanos han coincidido, al menos en una de las condiciones (exigir el cese de los dos anteriores presidentes de la Junta), porque al parecer ellos han venido a “adecentar” la política, aunque lo hagan con “corruptos” de otro cuño en sus filas.

Además, a la hora de hacer una valoración de los resultados con vistas a la posterior configuración del Gobierno andaluz para los próximos cuatro años, hay que tener en cuenta las “tendencias”, -ahora que las fuerzas emergentes prefieren usar ese término en lugar de “ideologías”-, de unos y de otros. No hay que ser un lince para concluir que 67 de los 109 escaños han sido adjudicados a las izquierdas, frente a los 42 escaños inclinados a favor de las derechas. Sin embargo, las reuniones celebradas para buscar un acuerdo sencillo que permita la investidura de la señora Díaz se están convirtiendo en auténticas quimeras, porque se intentan imponer condiciones cuyo objetivo tiene bastante poco que ver con el futuro. Cuando los emergentes intentan imponer condiciones leoninas que tienen poco que ver con el buen gobierno, y que solo persiguen mostrar los flancos débiles que tienen los más fuertes, el daño que se hace a la Política y a la convivencia son notables.

Es evidente que los resultados permiten a los “fracasados” de Podemos disimular su fracaso y sacar pecho exigiendo las dimisiones de Chaves y Griñán. Si tales dimisiones se produjeran (tal como ellos mismos han anunciado ya), antes de que fueran imputados formalmente y condenados, ¿qué pasaría después en el caso de que resultaran inocentes? ¿Conviene recurrir a estas triquiñuelas que les convierte en justicieros, y no precisamente en jueces? Por otra parte, ¿les asiste algún tipo de fortaleza moral a ellos que han resuelto sus conflictos “Errejón”, “Monedero” o la oscurísima financiación del partido a su manera, sin explicación ni dimisión alguna? Con su actitud la aportación que hacen a la Política, tan devaluada y desacreditada en los últimos tiempos, es mínima. Y lo mismo cabe argumentar de la actitud de Ciudadanos, que es una formación de corte neoliberal cuyo líder se inició de modo tan subrepticio en la Política que limitó su campo de pruebas a Cataluña, donde podía ejercer el talante reaccionario que le caracteriza, al que posteriormente ha atemperado para acomodarlo al conjunto del Estado.

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Se irán Chaves y Griñán, -ya lo han anunciado-, y habrá quienes canten victoria. Es el único triunfo al que pueden aspirar, el triunfo efímero de lo que para Susana Díaz es un trance más inevitable que razonable. Pero llegar a acuerdos, acordar, es otra cosa, exige una voluntad firme de construir, no de destruir. Vivimos tiempos de intransigencia, pero las vidas de los ciudadanos están llenas de intersecciones y espacios comunes a todos ellos. Del mismo modo los procesos para acordar la formación de los gobiernos han de ser fáciles de explicar y fáciles de comprender. Si los resultados de las elecciones en Andalucía no ofrecen, en sí mismos, suficiente luz a los negociadores es porque están ciegos o les asisten perversísimas intenciones.