Lo que da de sí un voto

Lo de que gobierne el partido más votado es algo ilusorio, a no ser que obtenga una mayoría suficiente para impedir que la suma de otros partidos lo desbanque. Ocurre en muchos países, pero en España tenemos un caso de hoy en Pedro Sánchez, cuya obsesión parece ser gobernar como sea, porque en eso se juega su futuro como líder.

Ciudadanos, cuyos orígenes son centristas, flirtea con el socialismo, -proclama como una de sus fuentes el socialismo democrático- quizá para justificar un eventual entendimiento con el PSOE después de las generales.

El PP, más solo que la una, esgrime la ya empezada recuperación económica y la creación, aunque tímida, de puestos de trabajo; y advierte que todo eso puede frenarse e ir para atrás si no sigue gobernando.

Todo lo demás, en todos los partidos, es pura retórica.

Estamos en un clima en el que los partidos políticos minoritarios –CUP, Compromís, Bildu, Geroa Bai, Esquerra, etc., etc.- salen por peteneras en cada momento: que si la República, que si nada de euro (o sí), que federalismo sin precisar más, que independencia, que la deuda no se paga.. Todo lo que se quiera.

Pienso que la mayoría de los españoles, del pueblo, de la gente que solo votamos no estamos en eso. Pero se ha abierto la veda y se puede decir o hacer casi cualquier cosa.

No pocos analistas repiten algo que se repite siempre, que todo depende del centro, es decir, de unos millones de personas que no quieren caprichos de políticos ni ensoñaciones ácratas, sino la posibilidad de mejorar la vida, después de las penurias de los últimos siete años.

Ahí se decide todo. Dos o tres millones de “centristas” tienen en sus manos acabar con las ocurrencias de quienes parecen jugar a ver quién mea más lejos.

 
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