El tema es... Cataluña

Si decimos “los murcianos”, “los cántabros”, “los andaluces” y así, a nadie se le ocurre que no son españoles y que se quieran independizar. Si decimos “los catalanes”, la propaganda separatista ha conseguido que en el inconsciente colectivo español, es decir, en muchos españoles en concreto, se nos forme una imagen de una Cataluña como cosa aparte de España.

Se sabe que la gran mayoría de los catalanes no piensan ni sienten así, entre otras razones porque están, como todos, en lo de cada día, en unos tiempos en los que la vida no es fácil para nadie, salvo para ese escaso porcentaje de gente con renta nada escasa.

El lobby independentista, con los medios de la Generalitat y con casi todos los medios de comunicación engrasados a favor con subvenciones y otras ayudas, ha conseguido que Cataluña hoy sea una Babel, donde el sentimiento de un pretendido agravio puede hacer  que una mayoría vote  en una huida hacia delante que ni ella sabe adónde conduce.

El voto es libre. Cada uno hace de su capa un sayo y de su libertad un riesgo. Las posiciones están bien definidas y se sabe lo que defiende cada partido, con alguna ambigüedad en la marca que allí tiene Podemos.

Salga lo que salga de las elecciones, nada podrá seguir igual. Los catalanes tendrá que dirimir si lo que han vivido estos últimos años, dirigidos por ese fracasado flautista de Hamelin que es Artur Mas, es un sueño hermoso pero imposible o una insoportable pesadilla, de la que es bueno despertarse cuanto antes.

 
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