Cierra L’Unità, viejo mito de la prensa de partido

            El conocido diario oficial del partido comunista italiano, fundado por el no menos mítico Antonio Gramsci, acaba de cerrar. No ha tenido lógicamente la fortuna de contar con el apoyo de financieros capitalistas, como sucedió con el diario francés Libération, cuando estaba a punto de la quiebra económica. En parte, se explica porque este último es izquierdista, pero no ligado de modo expreso a ningún partido. La última inyección de capital, hasta 18 millones de euros, procede principalmente de Patrick Drahi, el patrón de Numericable.

            El acta de defunción del diario italiano confirma la inviabilidad de periódicos partidistas, como sucedió en su día en España con la llamada prensa del Movimiento. No se compadece la libertad informativa propia de la cultura democrática pluralista, con medios informativos encadenados a criterios ideológicos.

            El famoso diario Le Monde, dentro de su proverbial independencia, sufrió una seria crisis cuando, al comienzo de los ochenta, se sumó con alma y cuerpo al llamado “programa común” que acabaría llevando a François Mitterrand a la presidencia de la República francesa. Pero ese apoyo, aun en nombre de razones ideológicas no partidistas, no permitía seguir siendo un diario de referencia… La caída fue muy seria, y el vespertino de París supo reaccionar a tiempo.

            Distinto es el caso de L’Humanité, que sigue adelante a trancas y barrancas, con unas cifras de circulación exiguas. Fundado en 1904 por Jean Jaurès –tan homenajeado estos días en el centenario de su asesinato‑, todavía en abril de 1013 apelaba a lectores y organizaciones “progresistas y democráticas”, en nombre –no cabe mayor sarcasmo‑ del “pluralismo de las ideas y de la prensa”. Como si de la supervivencia del diario comunista francés dependiera la pluralidad informativa, justamente la teórica razón de las subvenciones oficiales a la prensa: sin ellas, L’Humanité no habría sobrevivido. Entretanto, ha suprimido la hoz y el martillo en la mancheta, y no está ya directamente ligado al Partido Comunista.

            No es el caso de L'Unità, fundado en 1924 por Antonio Gramsci, hombre clave del comunismo italiano, especialmente desde el punto de vista de la teoría de la dominación de la cultura popular y social. Más de una vez pensé en su fracaso, ante la imagen de la Virgen que está en la calle del Parioli dedicada a Gramsci, con infinidad de exvotos agradecidos por la intercesión de la Mater Itineris (me parece recordar: cito de memoria).

            El clásico portavoz del comunismo italiano no sale a partir de este mes de agosto. De hecho, había dejado de aparecer antes otra dos veces: una, en los tiempos del fascismo; la segunda, en 2000, durante ocho meses, cuando no pudo superar dificultades económicas como las que le llevan ahora al cierre probablemente definitivo. Al rehacerse, quedaba ya muy lejos la difusión alcanzada en los años setenta, por encima de los 200.000 ejemplares de tirada media diaria. Ahora había caído a los 25.000, con unas cincuenta personas en la redacción.

            No podía ser quizá de otro modo, tras la desaparición del propio partido comunista italiano –del que L’Unità era órgano‑, transformado en partido democrático de la izquierda, al que pertenece el actual primer ministro Matteo Renzi. En su último editorial –“Han matado L’Unità”‑, el director del diario le acusa de no haber hecho nada para salvar al histórico diario.

            A punto estuvo de “perder su alma”, tras una seria propuesta para la recuperación económica del periódico. Pero provenía de una empresaria, Daniela Santanché, presente en la política parlamentaria de Italia, demasiado dependiente de la mentalidad típica de Silvio Berlusconi. Su propuesta de salvación fue rechazada. Pero no había otra, y el viejo diario rendirá su juicio a Dios y a la historia…

 
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