El pacto verde europeo, incompatible con las desigualdades sociales

El plan enviado por la Comisión de Bruselas al Parlamento europeo ha debido reducirse en aspectos importantes, para conseguir una mayoría en la cámara en el camino hacia la promulgación de una ley comunitaria sobre la restauración de la naturaleza, es decir, el proceso para recuperar ecosistemas que, en un 80% estarían más o menos deteriorados. En la sesión plenaria del día 12, se adoptó la posición de la Eurocámara para proseguir ahora las negociaciones con el Consejo.

Los fines parecen claros, dentro del cumplimiento general de compromisos internacionales de la UE: luchar contra las consecuencias del cambio climático y la pérdida de biodiversidad, a la vez que reducir los riesgos que afectan a la seguridad en materia de alimentación de los ciudadanos. No se establecerían nuevas zonas protegidas, pero sí medidas de recuperación hasta 2030 para al menos el 20% de zonas terrestres y marítimas.

Pero los medios distan de la unanimidad. De hecho, se salvó por los pelos la enmienda a la totalidad de la propuesta de la Comisión (312 votos a favor, 324 en contra; 12 abstenciones). Y, con las modificaciones, el texto final salió adelante con 336 a favor, 300 en contra y 13 abstenciones. Se añadió un nuevo artículo sobre nuevas infraestructuras de energías renovables, concebidas como instalaciones principalmente de interés público.

En realidad, se ha aprobado no tanto un texto jurídico como una declaración de intenciones: el acuerdo parlamentario incluye que la ley no se aplicará mientras la Comisión no elabore la información pertinente sobre las condiciones necesarias para garantizar la seguridad alimentaria a largo plazo, y los países miembros cuantifiquen la superficie que sería necesario restaurar dentro de cada tipo de hábitat. Además, se prevé la posibilidad de retrasar el cumplimiento de los objetivos en caso de consecuencias socioeconómicas excepcionales.

Fue ponente el socialista español César Luena, quien mostró su satisfacción por el paso adelante de este elemento esencial del pacto verde europeo, como medio para llegar a la primera regulación sobre restauración de la naturaleza en la historia de la UE. Ante las críticas de agricultores y pescadores, les envía un mensaje tranquilizador: se beneficiarán y, además, contribuirán a construir una Europa habitable para las generaciones futuras.

Pero, ante los grandes objetivos del medio ambiente y la salvaguarda del planeta, la realidad muestra cierta tozudez. Cuesta armonizar metas a largo plazo con necesidades frecuentemente imperiosas del momento. Además, unas y otras responden a planteamientos antropológicos y sociales distintos, que no resulta fácil combinar. Así, mientras escribo estas líneas, repaso algunas notas de prensa de la actualidad parlamentaria europea semanal, con acuerdos sobre temas difícilmente conciliables:

dotar de más munición a Ucrania: es necesario aumentar la producción europea de municiones y misiles, para remediar la actual penuria;

reforzar los sistemas de salud nacionales, para estar preparados ante futuras crisis sanitarias;

fomentar productos más durables, respetuosos del medio ambiente y con ahorro energético;

 

fijar nuevos objetivos para economizar energía de aquí a 2030;

garantizar la disponibilidad de elementos electrónicos básicos, con estímulos para la producción frente a la actual penuria;

establecer nuevas regulaciones sobre emisiones industriales, incluido el sector agropecuario;

aumentar estaciones de carga de carburantes alternativos y promover carburantes marítimos más limpios.

Al cabo, los hechos se imponen. Crecen más el precio de la cesta de la compra que los aumentos de sueldos o los beneficios de agricultores y ganaderos.  Los alimentos ecológicos son más caros aún. Cuesta llegar a fin de mes, a pesar de la gestión de las grandes plataformas del comercio.  Y pocos se plantean renunciar a la carga ecológicamente negativa de servicios tecnológicos de uso diario.

No se pueden negar las conclusiones de tantas investigaciones científicas sobre medio ambiente y cambio climático. Pero es discutible la eficacia de soluciones políticas y jurídicas, que chocan con elementos esenciales de la cultura económica y social dominante, centrada en el bienestar y el crecimiento, con poca capacidad de renuncia a pesar de las continuas llamadas a la sobriedad energética... de líderes que no predican con el ejemplo.

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