Reacción de Stanford a favor de la libertad académica

La libertad de expresión en las universidades de los Estados Unidos parecía envidiable en los tiempos de la lucha contra la guerra de Vietnam, aunque apuntaban ya tendencias al radicalismo: aquel inquietante eslogan de Mario Savio en Berkeley contra la confianza en las personas de más de treinta, o la moda de la creatividad vía LSD. 

La radicalidad era ya manifiesta cuando Alan Bloom escribió el conocido libro sobre El cierre de la mente americana. Pero predominaba el pacifismo, también en la convivencia diaria. En cambio, la última década puede pasar a la historia como un tiempo de violencia, en que lo políticamente correcto se transformó en impuestamente violento. 

El último acto de la posible tragedia se ha vivido en una de las grandes universidades. Dio mucho que hablar hace más de dos años un experimento lanzado por el consejo académico de Stanford: Elimination of Harmful Language Iniciative, un texto extenso y prolijo (trece páginas apretadas en la versión que bajé en su día).

Se trataba de inculcar en profesores y alumnos modos de decir apropiados, para sustituir palabras hasta entonces de uso común que podían herir sensibilidades. No era propiamente la creación de una neolengua, en línea orweliana, sino el intento de encontrar sinónimos..., que en realidad denotaban la imposición de lo políticamente correcto. En muchos casos, se reducía a una prohibición, porque no existía un auténtico sinónimo; por tanto, el término clásico era sustituido por una frase a veces larga y, con frecuencia, impropia para el hablante común de una lengua.

Basta ver algunos ejemplos de las primeras páginas, sin entretenerse en buscar otros quizá más significativos. De cada palabra vitanda, se indica cómo sustituir y la razón. Así, adicto // persona con un trastorno por consumo de sustancias (usar primero “persona” ayuda a no definir a la gente solo por una de sus características). Parapléjico // persona con lesión medular, o persona paralítica (además de la razón anterior, implicaría que las personas con esa lesión no son capaces). Islas filipinas // Filipinas, o República de Filipinas (el término es políticamente incorrecto y denota colonialismo; se admitiría, sin embargo, que algunas personas de ascendencia filipina pudieran utilizarlo). Tribu / / amigos, red, familia, sistema de apoyo (el término se utilizó históricamente para equiparar a los indígenas con los salvajes). Abortar // cancelar, terminar (este término puede suscitar involuntariamente inquietudes religiosas/morales sobre el aborto). Hispano // latinx, o utilizar país de origen (aunque se utiliza ampliamente para describir a las personas procedentes de países de habla hispana fuera de España, sus raíces se encuentran en la colonización española de los países sudamericanos. En lugar de referirse a alguien como hispano a causa de su nombre o apariencia, pregúntale primero cómo se identifica cada uno a sí mismo).

Ante el fracaso, el rectorado decidió suspender el experimento. Pero hace unos días, Stanford ha vuelto a ser noticia por la violencia con la que, en la Facultad de Derecho –una de las diez mejores de Estados Unidos, según US News and World Report -, una presión estudiantil, con expresiones groseras francamente violentas, impidió la intervención de un juez federal de un tribunal de apelaciones, por considerarla inaceptable. Al parecer, con la paradójica ayuda y aprobación del decano asociado de diversidad, equidad e inclusión.

La reacción de la decana fue fulminante: suspendió al que en España sería un vicedecano, y envió un mensaje a los estudiantes para dejarles claro que esa interrupción se oponía a las exigencias globales de la universidad, y deberían someterse a media jornada de “formación sobre la primera enmienda”.

Podría ser el primer paso para enderezar el entuerto, que denota también la excesiva presencia de lo ideológico en el plan de estudios de la facultad de derecho. Parece elogiable la lucha por aumentar la diversidad, la equidad y la inclusión en una universidad más bien elitista. Pero la diversidad incluye, sobre todo, el pluralismo en las ideas y la libertad de expresarlas, lejos de la prevalencia de cualquier ortodoxia política. Si la ideología desplaza el rigor intelectual y jurídico –desde la admisión de alumnos y la contratación de profesores-, los estudiantes pagarán las consecuencias (aparte de poco más de cien mil dólares al año).

 
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