La Iglesia devuelve su esplendor al College des Bernardins, una joya olvidada por los parisinos
El edificio fue construido en 1247 por los monjes cistercienses, a dos pasos de la Universidad de París, con el fin de facilitar su formación intelectual. Siglos después llegó la inevitable Revolución, y el edificio pasó a ser un bien nacional, lo que a veces significa de todos y de nadie. Ha servido para todo: de prisión, de almacén, de caserna de bomberos, de escuela internado de la policía. La iglesia ya no existe, y a fuerza de acomodar el espacio físico a las necesidades del momento, su estructura original había terminado por desaparecer tras los nuevos muros.
Hubo que esperar el impulso de un hombre de la calidad de Jean-Marie Lustiger, fallecido el año pasado, para que el Collège des Bernardins recuperara todo su esplendor y parte de sus funciones primitivas. En 2001, el cardenal de París logró que el Ayuntamiento, entonces propietario, vendiera el edificio a la diócesis, “para devolverle su vocación de lugar de formación, de cultura y de apertura hacia el mundo”, como recordó esta semana a ministra de Cultura, Christine Albanel.
El espíritu del Collegè des Bernardins revivirá con un ambicioso proyecto entorno a tres ejes: el arte, con exposiciones, conciertos y proyecciones cinematográficas; los encuentros y debates, a través de conferencias, coloquios y seminarios; y la formación teológica y bíblica, con la instalación en su seno del Ecole Cathédrale.
El arzobispo de París, monseñor Vingt-Trois, comentó el dia de la inauguración que “el cristianismo representa una inversión de reflexión y de trabajo de unos dos mil años“, y que han lanzado este proyecto convencidos de que “la sabiduría cristiana desarrollada a traves de la tradición judía y el Nuevo Testamento, tiene material a aportar en los debates de hoy“.
Es aquí donde el Papa Benedicto XVI pronunciará el discurso más esperado de su visita a Francia, ante 700 personas del mundo de la cultura y la ciencia.
